Edomex: plomo y sangre

zero. 02.04.14 23:13

Edomex: plomo y sangre

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Alejandro Melgoza / @GiornalistaGonz

(2 de abril, 2014).- No importa si es de madrugada, tarde o noche; el crimen organizado mexiquense pareciera ser omnipresente y estar a la orden del día con una mecánica voraz en su economía delictiva, equiparable a la de una gran empresa con filiales –entendidas como células derivadas de grandes cárteles donde también están inmersas desde las bajas hasta las altas escalas de las autoridades– distribuidas en puntos estratégicos cuya operatividad se define con métodos salvajes y mortíferos y rigiéndose bajo una sola ley: la de plomo y sangre.

Como respuesta inmediata a lo anterior, algunos ciudadanos implementan medidas básicas de seguridad, que han terminado por transformar radicalmente sus hábitos o modus vivendis –de esto ha dado prueba la Envipe del INEGI 2013, donde 90.7% de la población en el Estado de México se siente “insegura”–; otros cargan con armas para enfrentar a sus victimarios, no obstante, esto con una moneda al aire: reaccionan antes o los matan; así como los indiferentes que caminan confiados y a su suerte pensando que nunca serán violentados.

El clima de inseguridad no es novedoso en el Edomex, desde hace décadas, el hampa ha cultivado más de 20 giros delincuenciales que han persistido debido a la impunidad y corrupción en toda la cadena de seguridad pública. Sin embargo, un dato sí es notorio, la dinámica sanguinaria y demencial como mecanismo de comunicación; esto vino en ascenso desde Arturo Montiel (1999-2005), pasando por Enrique Peña Nieto (2005-2011) y ahora con Eruviel Ávila (2012- Presente).

A partir de la guerra contra el narco declarada por Felipe Calderón Hinojosa en 2006, los sistemas de ejecución de la delincuencia organizada mexiquense tornaron, no sólo en esta entidad, sino en otras. Fue precisamente en la época del otrora gobernador, Enrique Peña Nieto, ahora presidente de la República, cuando se desató la violencia en un mayor grado, pues la ciudadanía estaba no sólo a merced del crimen, sino de las fuerzas armadas que no tenían –ni poseen– protocolos para proteger a los ciudadanos.

De acuerdo con el ranking del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal A.C., entre los 20 municipios más violentos de todo el país, cinco son pertenecientes al Estado de México: 12, Naucalpan; 15, Ecatepec; 16, Cuautitlán Izcalli; 18, Chalco; y 19, Cuautitlán. Además, agrega el estudio, la violencia en el país se acumula en el Estado de México, Morelos, Guerrero, Tamaulipas, Michoacán y Tabasco. Tan sólo en 2012, ningún municipio era considerado en esta tabla, ahora están estos cinco.

Un botón de muestra respecto al nivel de violencia lo refleja el reciente registro publicado por el semanario Zeta, donde establece al Edomex como la segunda entidad con más homicidios dolosos (2 mil 367), después de Guerrero. Y a pesar de que un diagnóstico de seguridad pública no debe ser solamente considerado en cifras, –como ha señalado el académico del Colegio de México, Arturo Alvarado, puesto que hay delitos de raíz, endémicos y provenientes de grupos más complejos que los cárteles– sí es alarmante la tendencia, sobre todo en sus modus operandi para sembrar terror.

En contraste, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) contabiliza una cifra menor, no obstante, el medio de comunicación tijuanense refutó que la dependencia estaba contando un homicidio por cada averiguación previa, cuando se documentaron más por cada expediente. En ese sentido, el Consejo Ciudadano, ha señalado que en el caso específico del Valle de México “ha habido evidente manipulación de cifras o `rasurado´, para simular una incidencia inferior a la real”.

Continúa: “Entre 1997 y 2006 en promedio se registraba 2, 700 homicidios por año. De pronto se produjo un `milagro´: en 2007 los homicidios bajaron un 59% respecto a 2006. A alguien se le ocurrió que la falsa baja de los homicidios haría más presentable al entonces gobernador del Estado de México en su afán de contender por la Presidencia del país”.

Entre las evidencias de la falsificación de cifras, apunta el reporte La inseguridad en el Estado de México y el cerco criminal de la capital del país, estaba que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) “registró hasta 83% más homicidios que los reportados por la PGJEM al SNSP”.

Y no es el único crimen de alto impacto social con mayor incidencia en la entidad, allí está el secuestro y la extorsión que incrementaron al inicio de este año, conforme a lo reportado por el Observatorio Nacional Ciudad de Seguridad, Justicia y Legalidad (ONC), quien apunta que de diciembre de 2013 a enero de 2014, se elevó 5.60% las denuncias de secuestro, 10.36 las de extorsión, 0.94% las de robo con violencia, 1.81% robo de vehículo, 3.60% las de robo a casa habitación, y 1.22% las de robo a negocio.

En el caso de la extorsión, el periodista, Marco Lara Klahr, publicó en su libro “Extorsión y otros círculos del infierno”, sobre la dinámica de extorsionados y extorsionadores en el Estado de México, específicamente en el capítulo de “La Gata”. En entrevista con Radiotrece, el especialista en temas judiciales dijo: “Entre cada uno de los capítulos básicamente refleja lo que ha sido la policía que heredó Enrique Peña a Eruviel Ávila y que se mantiene básicamente. Es una policía depredatoria con prácticas de delincuencia organizada”.

A nivel estatal, entre 2003 y 2013, de acuerdo con el Consejo para la Seguridad Ciudad y Justicia Penal, los secuestros tuvieron un aumento de 138%, tomando en cuenta que la población creció 15%; mientras que el robo a negocios con violencia incrementó 568%, donde a nivel república es de 23 por cada 100 mil habitantes, en tanto que el Edomex lo supera con 34; el robo con vehículo con violencia creció 132%, “la mitad de los robos en el país ocurren en el Edomex”.

Así como el robo al transporte de carga con una crecida de 67%, y su tasa es de 12 frente a 2 del país; robo con violencia en grado general se acrecentó en un 24%, con una tasa de 369 en comparación con la nacional de 183, el 28% de estos hurtos suceden en la entidad gobernada actualmente por Eruviel Ávila Villegas.

Adicionalmente, la tasa municipal a nivel república, en lo que respectan lesiones dolosas, 10 de 20 pertenecen al Edomex: 3 Cuautitlán, 4 Texcoco, 8 Zumpango, 9 Chalco, 10 Naucalpan, 11 Metepec, 15 Coacalco, 16 Cuautitlán Izcalli, y 17 Huehuetoca; en robo con violencia están: 4 Cuautitlán Izcalli, 5 Naucalpan, 8 Tlalnepantla, 9 Neza, 10 Ecatepec, 13 Coacalco, 15 Chalco, 18 Tultitlán y 19 La Paz; y en extorsión: 5 Texcoco, 9 Tlalnepantla, 11 Naucalpan, 12 Cuautitlán, 15 Atizapán, 19 Neza, y 20 Toluca.

A esto habría que agregar la trata de personas denunciada en numerosas ocasiones por Teresa Ulloa, directora de la Coalición Contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y El Caribe, quien mencionó en mayo del año pasado que “en lo que va del 2013 llevamos 10 que se han localizado sin vida, la inmensa mayoría de jovencitas entre los 12 y los 16 años de edad y, lamentablemente, la inmensa mayoría viven y desaparecen en el Estado de México. Y no así aparecen sus cuerpos precisamente en el Estado de México, sino en estados circunvecinos”.

La desaparición de personas en el Estado de México, enfatizó Ulloa, va en aumento, y esto se agrava el fenómeno de la trata de personas por la presencia de “grupos armados oficiales o no oficiales”, en municipios como Neza, Ecatepec, Atizapán, Cuautitlán, Cuautitlán Izcalli, Tlalnepantla, Naucalpan, y Texcoco. En su mayoría, los conurbados.

Según la organización Insight Crime, de las 26 mil 567 desapariciones documentadas durante la guerra contra el narco, alrededor de la mitad se dieron en el Distrito Federal, el [url=http://www.revistahashtag.net/ http:/es.insightcrime.org/noticias-del-dia/la-distribucion-geografica-de-los-26000-desaparecidos-en-mexico]Estado de México[/url] y Tamaulipas.

Cárteles en el Edomex

A partir de reportes oficiales se han señalado cuatro cárteles operando en territorio mexiquense. Se trata de la Familia Michoacana, los Caballeros Templarios, los Zetas y el Cártel Jalisco Nueva Generación –escisión del Cártel de Sinaloa–, quienes imponen la ley del terror entre los habitantes, con mecanismos sanguinarios tales como decapitaciones, incineraciones, tiros de gracia, embolsados, desapariciones y ráfagas de balas desde motocicletas, al estilo de los sicarios colombianos de Medellín.

De acuerdo con la organización Insight Crime –dedicada al análisis del crimen organizado de Las Américas–, estas organizaciones criminales “están luchando por el estado de México, provocando violencia en las afueras de la capital del país, a medida que buscan controlar los lucrativos mercados de droga y otras actividades criminales”, publicó el pasado 6 de marzo.

Tan sólo el año pasado fue invadido con mil 932 homicidios dolosos, 130 secuestros, y mil 688 extorsiones, de acuerdo con el Secretariado Nacional de Seguridad Pública (SNSP). Además, en lo que va de este año, se suman tres jornadas violentas donde ha sido evidente la inseguridad, crímenes relacionados al narcotráfico y penetración de éstos en las corporaciones policiacas, como aceptó el alcalde de Cuautitlán Izcalli, Karim Carvallo.

El reporte indica: “Según los funcionarios, la Familia Michoacana mantiene el control sobre la extorsión, los secuestros y el mercado de la droga en zonas en el oeste y en el este, y en el Valle de Toluca, al noroeste. Los Caballeros Templarios presuntamente tienen control desde la parte al sur del estado hasta las zonas fronterizas con Michoacán. Los Zetas y el CJNG están distribuidos en secciones del Valle de Toluca y en el vecino Valle de México”.

Insight Crime, la firma que analiza el crimen organizado de Las Américas afirmó el 6 de enero de este año que las pandillas de la Mara y Barrio 18 oriundas de Centroamérica “sirven como soldados que ayudan a los grupos más grandes (Los Zetas, Caballeros Templarios y la Familia Michoacana) a controlar el territorio. Su presencia ha sido más evidente en los estados del sur, entre ellos Chiapas, Guerrero, Colima, Morelos y Estado de México”.

De esto también dan cuenta informes de la Procuraduría General de la República (PGR) que catalogan a 70 células de la Mara operando en México, y una de estas entidades es el bastión del priismo: El Valle de México.

Como Michoacán, un show mediático

Inesperadamente los ojos del gobierno y los medios de comunicación dejaron de apuntar a Michoacán y ahora se encuentran en el Estado de México, a tal grado que el ahora comisionado nacional de Seguridad, Monte Alejandro Rubido, ha decidido apoyar en la estrategia de seguridad mexiquense a Eruviel Ávila Villegas.

La semana pasada, Rubido declaró en entrevista: “…hay un incremento de la violencia, particularmente en la región oriente y en la región del Valle de México en donde si es necesario, y así lo haremos, ponernos en una estrecha coordinación con las autoridades del Estado de México”.

¿Cómo se dirigió la atención hacia el Edomex? La respuesta: El caso Cuautitlán Izcalli que desde el inicio de 2014 ha registrado más de 40 asesinatos presuntamente vinculados con el crimen organizado, debido a una supuesta disputa entre el Cártel del Golfo y otras organizaciones criminales ya asentadas. Nada más habría que revisar los titulares alarmistas –como los de Milenio– que no explicaban el contexto de este municipio en 2011, ni de las otras demarcaciones pertenecientes al Edomex.

El rebote narcoviolento arrojó el caso hasta los principales noticieros de Televisa, con Joaquín López-Dóriga y Dennise Maerker, los diarios nacionales más influyentes y programas radiofónicos. Esto ocasionó una hipermediatización y pronto estuvo en la boca de todo mundo.

Eso sí, con información descontextualizada en el mayor de los casos, porque solamente se hacía referencia al presente y no a los antecedentes que mostraban este brote similar en el bastión priista con Peña Nieto y Castillo Cervantes.

Con lo anterior, no se desacredita o se critica la labor informativa, sin embargo, como el caso Michoacán, podría terminar siendo un show, donde lejos de resolverse los problemas estructurales de criminalidad que carga el Estado –cuya matriz de problemática está relacionada con la desigualdad y un debilísimo tejido social–, todo se vuelve un espejismo compuesto por “capturas de capos” o “desmantelamientos de bandas”, muy similar al formato calderonista con su política de seguridad de corte estadounidense.

Si los éxitos van a ser medidos con el número de abatidos, capos peligrosos capturados –muchos de ellos arraigados en calidad de presuntos– y disminución temporal de un delito, entonces, no hay duda, se trata de una estrategia que sigue combatiendo la superficie y no el fondo.

Insight Crime subrayó al respecto: “Hasta el momento, el principal aporte de la administración de Peña Nieto en materia de política de seguridad ha tenido más que ver con cómo cambiar la narrativa que con realmente cambiar las circunstancias de las ciudades plagadas de violencia en México. Esta es una mejora significativa con respecto al pesimismo persistente bajo el gobierno de Calderón, pero sigue siendo un cambio cosmético. Para que la retórica positiva de Peña Nieto se traduzca en algo más sustancial, programas como el PNPSVD deben ser tan completos y detallados como sea posible”.

Entonces, si Monte Alejandro Rubido –formado en la CIA y el Mossad– pretende reproducir este mecanismo en el Estado de México, sólo arreciará más la violencia, debido a los reagrupamientos para responder al muy posible ingreso de cuerpos federales para combatirlos. Y que como ya ha dado pruebas la experiencia con Calderón Hinojosa como presidente: habrá falsos-positivos, detenciones arbitrarias y abuso de poder por parte de estas corporaciones.

Más allá de una solución integral, parece el regreso del garcialunismo aparentando el combate al crimen organizado. Aunque no sean reproducidas las imágenes de los capturados como en el calderonismo –puesto que es una violación al debido proceso–, sí hay un ejercicio propagandístico muy notorio en cuanto a las aprehensiones de las principales cabezas delincuenciales.

¿Cuál será el siguiente capítulo en el Estado de México? Insight Crime lo respondió a inicios de marzo: “…es posible que el Estado esté por comenzar un episodio sangriento, y la capital podría quedar atrapada en el medio”.

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