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EL INFILTRADO
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EL INFILTRADO
Makakikus 19.09.12 19:38
Rincón, el baleado en San Antonio de los Buenos, ex militar e informante
Agentes municipales, los sospechosos del ataque; policías de ese distrito municipal están bajo dos investigaciones, una interna de la Secretaría de Seguridad Pública, y otra externa, donde participan las fuerzas militares. La descoordinación en el Consejo Estatal de Seguridad, el detonante para los ataques
Investigaciones ZETA
La balacera del domingo 9 de septiembre de 2012 en la colonia Ignacio Ramírez, que casi le cuesta la vida a Antonio Rincón Rodríguez, expuso el inicio de un operativo militar fallido y la corrupción en la Policía Municipal de San Antonio de los Buenos.
Los principales sospechosos del atentado, son oficiales que pertenecen al Distrito Policíaco de esa delegación y a cargo del oficial José Alberto Hernández Matías, el único mando vigente de los designados por el Capitán Ricardo Hernández Garduño, cuando director de la policía. Y la permanencia en el cargo la justificó Alberto Capella, Secretario de Seguridad: “…ha funcionado, estoy hablando de resultados, ha rendido en decomisos y detenciones y no de un solo grupo delictivo, sino de todos. No meto las manos en la lumbre por nadie, pero hasta ahora sigue bajo supervisión, como el resto de los jefes policiacos”.
En relación a las denuncias que ligan a Policías de San Antonio con narcotraficantes, el funcionario se dijo informado, “incluso han llegado de los mismos policías; se están investigando, incluso se removieron y asignaron algunos elementos a los que se está revisando de manera especial para tomar las medidas que sean jurídicamente posibles”. Confesó que entre los sujetos de investigación también hay jefes.
Baleado
Marco Antonio Rincón Rodríguez, el hombre baleado, fue miembro del Ejército Mexicano. Así lo dijo el General Gilberto Landeros Briseño, Comandante de la II Zona Militar.
Extraoficialmente ZETA fue informado: Rincón se dio de baja en la milicia –sin derecho alguno– para integrarse a la seguridad civil y desde ahí proporcionar información que llevara a la aprehensión de elementos corruptos.
Había sido agente municipal en Rosarito y mantenía relación con elementos militares en la zona, a quienes confiaba información del V municipio y de la delegación SAB, de la que fue residente. Su currículum lo convirtió en un elemento viable para ingresar a la SSPM de Tijuana y pedir asignación en San Antonio.
Llevaba menos de tres días recorriendo la zona y rehaciendo contactos. Aún no solicitaba su ingreso a la policía, pero intentó obtener datos respecto de la corrupción policiaca en la delegación y reclutar a sus propios informantes dentro y fuera de la corporación. Entonces lo quisieron matar.
Las intenciones de Rincón llegaron a oídos de policías relacionados con las células del narcotráfico, situación que sospechan las autoridades, originó el atentado. Lo balearon en las inmediaciones de una cenaduría. Las heridas revelan que tuvo tiempo de reaccionar, lo que indica que se percató del ataque. Los criminales le dispararon y huyeron, el ex militar buscó refugio hasta encontrar a alguien de confianza que lo trasladara al Hospital General.
Datos extraoficiales indican que el propio Rincón, por medios electrónicos, pidió apoyo a los soldados, pero en la zona dicen que la solicitud llegó de la familia. Extrañamente, no hubo reporte del incidente al Centro de Comunicación, Cómputo y Comando (C4). Tras cinco días, el estado de salud del lesionado continúa siendo de pronósticos reservados.
La desconfianza
Las relaciones entre los elementos de la II Zona Militar y los de Seguridad Pública de Tijuana están fracturadas desde el 2 de mayo de 2012 cuando un desliz romántico-etílico del Coronel Tonatiuh Ruiz, terminó con tres oficiales golpeados y secuestrados, además de unas horas de arresto para el militar ebrio que abusó de su poder e instruyó a sus subordinados para que agredieran físicamente a los agentes.
Aquella tarde, el jefe policiaco de SAB, Hernández Matías, fue el primer agente municipal en llegar a la escena de la reyerta, exigió le regresaran a sus compañeros durante los minutos en que tardó en llegar el capitán Garduño. Dos días antes, un comando militar encabezado por el Coronel Ruiz había capturado a tres policías locales que pretendían vender 30 kilos de marihuana contenidos en una llanta que robaron de un decomiso.
Los dos hechos alimentaron la desconfianza entre militares y municipales, que ha provocado conatos de enfrentamientos que no se han hecho públicos.
En esa delegación se ubican las instalaciones en el Aguaje de la Tuna, del 28 Batallón de Infantería, incluido un complejo habitacional y el principal campo de adiestramiento militar. El paso de militares es continuo y prácticamente frente a la delegación municipal. Esta cercanía ha provocado enfrentamientos. Soldados que manejan vehículos sin placas o en exceso de velocidad y que no respetan a la autoridad de la ciudad. Algunos en estado de ebriedad a punto han estado de detonar encontronazos institucionales.
Pero más allá de la evidente rivalidad, las denuncias de corrupción en SAB son reales. De hecho constan en la cúpula del Consejo Estatal de Seguridad, donde se toman acciones en consecuencia pero descoordinados.
La zona ha sido referenciada como uno de los sitios de mayor presencia de células del crimen organizado y el narcotráfico. Enterados están en el estado –y el propio Capella– de las sospechas de corrupción entre la corporación municipal. La información refiere que el Jefe de Distrito, Alberto Hernández, efectivamente detecta muchos ilícitos, pero a oídos oficiales también ha llegado, que lo hace contra grupos locales y a favor del cártel de Sinaloa. Sin más elementos que la denuncia, la llegada de Rincón a esa institución tenía el objetivo de conseguir las pruebas de la deshonestidad.
Pero el de San Antonio no es el único en investigación, autoridades locales también refirieron sospechas de corrupción en un grupo integrado por cuatro ex jefes de la zona quienes públicamente, solo están identificados como Valdés, Lagunas, Preciado y Ojeda.
La actual descoordinación entre corporaciones federales, estatales, municipales y militares, está enfrentando a las tropas que alimentadas por la desconfianza, comenzaron el ataque el domingo 9 de septiembre.
Los comandantes
El seguimiento interno de Valdés, Lagunas, Preciado y Ojeda está relacionado con la captura, el 9 de agosto de 2012, del ex policía municipal de Tijuana, Sergio Heriberto Fernández Dueñas, consignado por estar en posesión de 18 armas (dos usadas en homicidios) que, de acuerdo a sus primeras declaraciones, pertenecían al Cártel de Sinaloa, representado para ellos por Alfonso Arzate y/o Arteaga “El Aquiles” o “El Poncho”.
Los relaciona con otro integrante de la célula delictiva de Hernández Dueñas, identificado como Julio Gabriel Preciado Ochoa, también ex policía municipal de Tijuana, quien contacta a los uniformados de las delegaciones Centro, San Antonio y Centenario para que liberen detenidos, o le den datos de operativos.
En el caso específico de Valdés, adicionalmente los miembros de la Comisión de Desarrollo Policías recibieron denuncias de los presuntos nexos. Algunos subalternos lo habían acusado de obligarlos a dar cortesías.
Su situación se complicó porque recientemente lo relacionaron con un grupo de sicarios responsables de varios homicidios, incluido el de un taquero el 29 de junio en la delegación Playas de Tijuana.A Lagunas lo sacaron de circulación porque los mandos recibieron muchas versiones de que estaba protegiendo a grupos de narcomenudistas y, un mes atrás, se presentó una escena criminal a la que no acudió pese a ser su responsabilidad.
Su ausencia hubiera resultado en la liberación de los delincuentes, de no ser que sus jefes llegaron a suplirlo, sorprendiéndolo en la falta.
Hay sospechas y dichos, sin embargo, no los elementos suficientes para removerlos del cargo o acusarlos. Por eso los tienen prácticamente acuartelados en la Dirección de Seguridad Pública Municipal, bajo investigación interna, y de la Secretaría de Seguridad del Estado, entidad que revisa sus antecedentes y entornos.
Agentes municipales, los sospechosos del ataque; policías de ese distrito municipal están bajo dos investigaciones, una interna de la Secretaría de Seguridad Pública, y otra externa, donde participan las fuerzas militares. La descoordinación en el Consejo Estatal de Seguridad, el detonante para los ataques
Investigaciones ZETA
La balacera del domingo 9 de septiembre de 2012 en la colonia Ignacio Ramírez, que casi le cuesta la vida a Antonio Rincón Rodríguez, expuso el inicio de un operativo militar fallido y la corrupción en la Policía Municipal de San Antonio de los Buenos.
Los principales sospechosos del atentado, son oficiales que pertenecen al Distrito Policíaco de esa delegación y a cargo del oficial José Alberto Hernández Matías, el único mando vigente de los designados por el Capitán Ricardo Hernández Garduño, cuando director de la policía. Y la permanencia en el cargo la justificó Alberto Capella, Secretario de Seguridad: “…ha funcionado, estoy hablando de resultados, ha rendido en decomisos y detenciones y no de un solo grupo delictivo, sino de todos. No meto las manos en la lumbre por nadie, pero hasta ahora sigue bajo supervisión, como el resto de los jefes policiacos”.
En relación a las denuncias que ligan a Policías de San Antonio con narcotraficantes, el funcionario se dijo informado, “incluso han llegado de los mismos policías; se están investigando, incluso se removieron y asignaron algunos elementos a los que se está revisando de manera especial para tomar las medidas que sean jurídicamente posibles”. Confesó que entre los sujetos de investigación también hay jefes.
Baleado
Marco Antonio Rincón Rodríguez, el hombre baleado, fue miembro del Ejército Mexicano. Así lo dijo el General Gilberto Landeros Briseño, Comandante de la II Zona Militar.
Extraoficialmente ZETA fue informado: Rincón se dio de baja en la milicia –sin derecho alguno– para integrarse a la seguridad civil y desde ahí proporcionar información que llevara a la aprehensión de elementos corruptos.
Había sido agente municipal en Rosarito y mantenía relación con elementos militares en la zona, a quienes confiaba información del V municipio y de la delegación SAB, de la que fue residente. Su currículum lo convirtió en un elemento viable para ingresar a la SSPM de Tijuana y pedir asignación en San Antonio.
Llevaba menos de tres días recorriendo la zona y rehaciendo contactos. Aún no solicitaba su ingreso a la policía, pero intentó obtener datos respecto de la corrupción policiaca en la delegación y reclutar a sus propios informantes dentro y fuera de la corporación. Entonces lo quisieron matar.
Las intenciones de Rincón llegaron a oídos de policías relacionados con las células del narcotráfico, situación que sospechan las autoridades, originó el atentado. Lo balearon en las inmediaciones de una cenaduría. Las heridas revelan que tuvo tiempo de reaccionar, lo que indica que se percató del ataque. Los criminales le dispararon y huyeron, el ex militar buscó refugio hasta encontrar a alguien de confianza que lo trasladara al Hospital General.
Datos extraoficiales indican que el propio Rincón, por medios electrónicos, pidió apoyo a los soldados, pero en la zona dicen que la solicitud llegó de la familia. Extrañamente, no hubo reporte del incidente al Centro de Comunicación, Cómputo y Comando (C4). Tras cinco días, el estado de salud del lesionado continúa siendo de pronósticos reservados.
La desconfianza
Las relaciones entre los elementos de la II Zona Militar y los de Seguridad Pública de Tijuana están fracturadas desde el 2 de mayo de 2012 cuando un desliz romántico-etílico del Coronel Tonatiuh Ruiz, terminó con tres oficiales golpeados y secuestrados, además de unas horas de arresto para el militar ebrio que abusó de su poder e instruyó a sus subordinados para que agredieran físicamente a los agentes.
Aquella tarde, el jefe policiaco de SAB, Hernández Matías, fue el primer agente municipal en llegar a la escena de la reyerta, exigió le regresaran a sus compañeros durante los minutos en que tardó en llegar el capitán Garduño. Dos días antes, un comando militar encabezado por el Coronel Ruiz había capturado a tres policías locales que pretendían vender 30 kilos de marihuana contenidos en una llanta que robaron de un decomiso.
Los dos hechos alimentaron la desconfianza entre militares y municipales, que ha provocado conatos de enfrentamientos que no se han hecho públicos.
En esa delegación se ubican las instalaciones en el Aguaje de la Tuna, del 28 Batallón de Infantería, incluido un complejo habitacional y el principal campo de adiestramiento militar. El paso de militares es continuo y prácticamente frente a la delegación municipal. Esta cercanía ha provocado enfrentamientos. Soldados que manejan vehículos sin placas o en exceso de velocidad y que no respetan a la autoridad de la ciudad. Algunos en estado de ebriedad a punto han estado de detonar encontronazos institucionales.
Pero más allá de la evidente rivalidad, las denuncias de corrupción en SAB son reales. De hecho constan en la cúpula del Consejo Estatal de Seguridad, donde se toman acciones en consecuencia pero descoordinados.
La zona ha sido referenciada como uno de los sitios de mayor presencia de células del crimen organizado y el narcotráfico. Enterados están en el estado –y el propio Capella– de las sospechas de corrupción entre la corporación municipal. La información refiere que el Jefe de Distrito, Alberto Hernández, efectivamente detecta muchos ilícitos, pero a oídos oficiales también ha llegado, que lo hace contra grupos locales y a favor del cártel de Sinaloa. Sin más elementos que la denuncia, la llegada de Rincón a esa institución tenía el objetivo de conseguir las pruebas de la deshonestidad.
Pero el de San Antonio no es el único en investigación, autoridades locales también refirieron sospechas de corrupción en un grupo integrado por cuatro ex jefes de la zona quienes públicamente, solo están identificados como Valdés, Lagunas, Preciado y Ojeda.
La actual descoordinación entre corporaciones federales, estatales, municipales y militares, está enfrentando a las tropas que alimentadas por la desconfianza, comenzaron el ataque el domingo 9 de septiembre.
Los comandantes
El seguimiento interno de Valdés, Lagunas, Preciado y Ojeda está relacionado con la captura, el 9 de agosto de 2012, del ex policía municipal de Tijuana, Sergio Heriberto Fernández Dueñas, consignado por estar en posesión de 18 armas (dos usadas en homicidios) que, de acuerdo a sus primeras declaraciones, pertenecían al Cártel de Sinaloa, representado para ellos por Alfonso Arzate y/o Arteaga “El Aquiles” o “El Poncho”.
Los relaciona con otro integrante de la célula delictiva de Hernández Dueñas, identificado como Julio Gabriel Preciado Ochoa, también ex policía municipal de Tijuana, quien contacta a los uniformados de las delegaciones Centro, San Antonio y Centenario para que liberen detenidos, o le den datos de operativos.
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Fecha de inscripción : 09/09/2012
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