ISIS, LA GRAN DIOSA EGIPCIA, PAREJA DE OSIRIS EL DIOS DE LA MUERTE.

ISIS, LA GRAN DIOSA EGIPCIA


ISIS, LA GRAN MAGA


LA DIOSA MÁS VENERADA POR LOS EGIPCIOS



Su lucha por recomponer el cuerpo despedazado de su hermano y esposo, Osiris, la convirtió en símbolo del amor conyugal y en objeto de un ferviente culto por parte del pueblo, que le atribuyó poderes mágicos.

Autora del artículo: Elisa Castel (Miembro fundador de la Asociación Española de Egiptología).
Fuente: Revista Historia de National Geographic.






Entre la multitud de divinidades que poblaban el panteón antiguo Egicio, Isis fue, sin duda, una de las más importantes. Objeto de una sentida devoción, acabó convirtiéndose en una diosa prácticamente universal, que incorporaba y asumía el papel de otras divinidades.
De hecho, éstas acabaron convirtiéndose en aspectos distintos de la misma entidad divina, como en el caso de Hathor, Nut o Sotis. Su nombre significa asiento o trono, y hace alusión a la realeza. Pero Isis no sólo representó el trono real, sino también la magia, el amor conyugal y la dedicación maternal: un conjunto de conceptos que fueron tomando forma al hilo de una de las historias legendarias más ricas de la mitología egipcia.




En esa historia mítica, Isis formaba pareja con Osiris, el dios de la muerte, de la resurrección y de la fertilidad. En tiempos remotos ambos vivieron y gobernaron en el próspero valle del Nilo, y, como dioses civilizadores, enseñaron a los seres humanos el cultivo de la tierra para producir el trigo, la cebada y la vid. Asimismo, les ayudaron a desarrollar la cultura y las leyes por las que deberían regirse. También les instruyeron en algo muy importante: el modo de reverenciar a los dioses para que éstos se sintieran complacidos en todo momento, y prodigaran a Egipto y a sus gentes todo lo que esperaban y necesitaban para vivir con prosperidad y bienestar.


EL ENEMIGO DE ISIS





Isis y Osiris vivían felices pero tenían un hermano traicionero y envidioso, el dios Set, al que había correspondido el dominio sobre el desierto. El resentimiento de Set era tan grande que ideó una venganza con el objetivo de conseguir el control de todo el valle del Nilo. Así, organizó una magnífica fiesta a la que acudieron multitud de invitados, entre los cuales se camuflaron 72 partidarios suyos. 

En un punto del recinto donde se desarrollaba la fiesta dispuso un bellísimo ataúd de cedro que todo el mundo elogió, incluido su hermano Osiris. Set invitó a su hermano a que yaciera en él, con la promesa de que si la caja se ajustaba a su tamaño sería suya. Cuando Osiris se recostó, Set y sus compinches se abalanzaron sobre el ataúd, encajando la tapa y caveteándola para que Osiris no pudiera escapar, y, a continuación, lo lanzaron al río Nilo. Sin embargo, la caja flotó sobre las aguas, y navegó por el río hasta desembocar en el Mar Mediterráneo, donde fue transportada por las olas hasta quedar varada en la costa de la ciudad fenicia de Biblos.

Allí fue abrazada por las raíces de un árbol y se fundió en su tronco.
Mientras tanto, la esposa de Osiris, Isis, daba rienda suelta a su dolor vistiendo ropas de luto y cortándose un mechó de su cabello. Negándose a darse por vencida, partió de Egipto y llegó a Biblos, donde descubrió que el rey del lugar había advertido de la belleza del tronco y lo había escogido para la construcción de una columna de su palacio. Con gran astucia, la diosa consiguió ser admitida en el entorno palaciego. Allí se convirtió en nodriza de uno de los príncipes, al que salvó del ataque de unos escorpiones. Como recompensa pidió que le fuera entregada la columna, con lo que pudo recuperar el cuerpo de Osiris y llevarlo de vuelta a Egipto. Una vez allí, lo escondió en uno de los pantanos del delta del Nilo. Pero un día Set, yendo de caza, lo descubrió y comprobó así que su estratagema no había tenido éxito. Conocedor de los célebres poderes mágicos de Isis, Set temió que pudiera resucitar a Osiris, por lo que tomó la decisión de desmembrar el cuerpo en 24 pedazos que tiró al río para que se dispersaran. 

Cuando se enteró, Isis recorrió todo Egipto para reunir los trozos de su hermano y esposo. Los halló todos excepto uno: el pene, que había sido devorado por un pez (o por un cocodrilo, según otra versión). En cada lugar en el que encontró una parte del cuerpo de su esposo ordenó erigir un templo donde se veneraría la reliquia; según Plutarco y Diodoro de Sicilia, su intención era confundir a sus enemigos y que no pudieran localizar el emplazamiento exacto de la tumba del dios.

ESPOSA Y MADRE ABNEGADA
Isis y Horus. Estatuilla en bronce. Siglos VII-IV a.C.:



Poseedora de una magia sin par y con la ayuda de Anubis, entre otros dioses, Isis recompuso el cuerpo inerte de Osiris y modeló un pene de barro, al que insufló energía. Luego, tomando la apariencia de un milano batió sus alas, con las que levantó un aire reanimador gracias al cual Osiris despertó con una notable erección y fecundó a Isis, concibiendo así a su hijo póstumo: el dios halcón Horus. Antes Isis debió momificar a su hermano y practicar una ceremonia mágica que le devolviera a la vida: la apertura de ojos y boca, mediante la cual los sentidos volvían a activarse. A partir de entonces sería éste el ritual al que deberían someterse los difuntos para conseguir la vida inmortal. 

El momento del parto sorprendió a Isis cuando estaba escondida en el Delta, en la isla de Jemis- aunque, según algunas fuentes, fue en File-. Allí dio a luz a Horus, al que cuidó y protegió y salvó de infinidad de amenazas, como el veneno mortal de un escorpión, gracias a sus poderes mágicos. En el panteón egipcio, Horus representaba al hijo primogénito y, por extensión al rey en vida. Una vez muerto, el faraón era identificado con su padre: el dios de la muerte, Osiris. En su papel de sucesor, el halcón se convirtió en el principal enemigo de Set, con quien libraría una batalla eterna para vengar la muerte de su padre.


ISIS, LA GRAN MAGA



Aunque el carácter amoroso de Isis es su rasgo más característico, en algunos relatos su fuerte carácter viene marcado por aspectos más crueles, que se justifican como medio de realzar su poder mágico y obtener los poderes del creador para después entregarlos a su propio hijo Horus. En esta línea se cuenta la leyenda de Isis y el nombre secreto de Re, recogida en el llamado Papiro Mágico de Turín y en el papiro Chester Beatty XI, conservado en el Museo Británico de Londres.

En la leyenda de los papiros de Turín y Londres se muestra a una diosa Isis ávida de poder, que no duda en hacer uso de sus artes mágicas para obtener el nombre más secreto del dios Re, hasta el extremo de poner en peligro la vida del creador, que en ese momento es ya un anciano babeante. Recogiendo algo de esta saliva y mezclándola con limo, Isis moldeó a un peligroso ser hasta entonces desconocido, una cobra, a la que colocó en el trayecto diario del Sol. Al pasar éste, la cobra se irguió y atacó con su venenoso mordisco a Re. El dios, envenenado y desvalido, sin conocer el antídoto ni la naturaleza de tal picadura, débil y enfermo, pidió auxilio a los otros dioses. 

Entre ellos estaba Isis, la gran maga, que ofreció a emplear sus dotes milagrosas para curar los dolores de Re. Como contrapartida exigió que el dios le confesara su nombre secreto, aquel que sólo él conocía y sin el cual sus hechizos no tendrían efecto. El Sol enumeró una larga una larga lista de nombres, pero ninguno complació a la diosa. Esta sabía que Re le estaba citando todos los nombres que tanto humanos como dioses conocían, mientras que se guardaba de revelar el nombre secreto, y así se lo hizo saber. Al final, atenazado por el dolor, Re pidió a Isis que se acercara para susurrarle al oído el nombre verdadero, rogándole que después se lo comunicara a Horus, con lo que le daría el dominio del cielo. Satisfecha, Isis ordenó al veneno salir del cuerpo del dios.


DIOSA CRUEL Y CLEMENTE


Otro texto que pretende subrayar el carácter de Isis y sus poderes mágicos se recoge en la Estela de Metternich, conservada en el Museo Metropolitano de Nueva York. Data del reinado de Nectanebo II (359-341 a.C) y en ella se representan animales mágicos que repelían el veneno e invocaciones apotropaicas (es decir, que alejaban los influjos malignos). 

En la estela se cuentan las peripecias de Isis cuando, estando en su casa, fue avisada por el dios Thot de que Set la buscaba. Advertida del riesgo que ella y Horus corrían, emprendió la huida y recorrió Egipto tratando de proteger y esconder a su hijo.

Osiris flanqueado por Isis y Horus. Estatuilla de oro de Osorkón II. 874-850 a.C. Museo del Louvre, París:

Durante el trayecto se hizo acompañar por siete poderosos escorpiones que la obedecían y la escoltaban. Llegó así un punto del delta del Nilo, donde divisó la casa de una mujer acomodada y se dirigió a ella para pedir cobijo. Sin embargo, la propietaria cerró la puerta aterrorizada por los escorpiones que acompañaban a Isis. La diosa tuvo entonces que seguir caminando hasta que llegó a la cabaña de una mujer modesta, que le dio alojamiento y toda clase de atenciones. Furiosa por el trato recibido en la primera casa, ordenó a sus escorpiones que concentraran el veneno en uno de ellos, llamado Tefen, al que mandó luego a la casa que les había negado su hospitalidad. El escorpión, viendo que la puerta estaba cerrada, entró por un resquicio y clavó su aguijón en el hijo de la mujer. A la vez se declaró un incendio en la casa, sin duda ordenado por la diosa. 

La madre, desesperada, lloraba sin cesar, pero nadie del pueblo acudió en su ayuda; sus lamentos eran tan fuertes que llegaron a oídos de Isis, quien, conmovida por su dolor, devolvió la vida al niño mediante un hechizo. Agradecida, la mujer le entregó algunas de sus pertenencias más preciadas y viajó hasta las marismas, a la cabaña de la mujer modesta, a la que dio brazaletes, collares y objetos de valor para gratificarla por haber cogido a Isis cuando necesitaba amparo. 

Los diversos mitos ligados a Isis alcanzaron gran popularidad en el antiguo Egipto, aunque su culto oficial se desarrolló sobre todo en una época más tardía. Pese a ser una de las divinidades más importantes y quizás una de las mejor conocidas desde la dinastía V, en el Egipto faraónico no fue diosa titular de ningún gran santuario, y sólo fue venerada en aquellos donde Osiris y Horus recibían culto. Con todo, hubo excepciones: desde la dinastía XXI, en la meseta de Gizeh se la reverenció bajo la forma de “Señora de las Pirámides”.


DE EGIPTO A HISPANIA


Sólo a partir del reinado del faraón Nectanebo I (387-361 a.C) comenzaron a surgir grandes e importantes santuarios dedicados a Isis, entre los que cabe destacar el templo de File (donde se la veneró aun después de que el emperador Justiniano prohibiese los cultos paganos en Egipto, en 535 d.C., y el país hubiera abrazado mayoritariamente el cristianismo) o el de Behbeit el-Hagar, en el delta del Nilo, de la época de Nectanebo II.

Templo de Isis en File:



Bajo el Imperio romano, la sencillez de su culto, de fácil comprensión, favoreció la difusión del mismo, e Isis fue adorada más allá de Egipto. Llegó a tener santuarios incluso en la Península Ibérica; consta que en Emerita Augusta contó con una culto organizado hasta la primera mitad del siglo III d.C. Asimismo son numerosos los iseos (santuarios dedicados a Isis) hallados en todo el Mediterráneo, donde su devoción se desarrolló como un culto mistérico, con un cuerpo sacerdotal propio.
Isis recibe en Egipto a Ío, que dará a luz a Epafos, hijo de Zeus.

Fresco del templo de Isis en Pompeya. Museo de Nápoles:



* De hecho en la novela de “Los últimos días de Pompeya” escrita por Edward Bulwer Lytton se habla del templo que había en Pompeya para venerar a esta diosa.

La huella del culto a Isis a lo largo de la historia ha sido más profunda de lo que se pueda pensar. Destaca en particular el modo en que los primeros cristianos adoptaron gran parte de su iconografía para representar a la Virgen María. Así, las imágenes de las Isis lactantes son casi idénticas a las de muchas pinturas o tallas cristianas, sobre todo en el caso de las llamadas “Vírgenes negras”; asimismo, las letanías de Isis guardan una sorprendente semejanza con las dedicadas a la Virgen. También la figura de Horus niño tiene su reflejo en el Niño Jesús cuando aparece representado con el dedo en la boca, e incluso gran parte de los símbolos que ambos comparten (nudo, luna, etc.) se han proyectado en las imágenes cristianas.


LA METAMORFOSIS DE LA DIOSA





La iconografía de la diosa Isis es, en principio, fácilmente reconocible. Se la suele representar con apariencia humana y con un pequeño trono reposando sobre su cabeza, símbolo jeroglífico que se utiliza para escribir su nombre. A partir del Imperio Nuevo puede aparecer adornada con dos grandes alas o con dos cuernos en forma de lira, entre los cuales se acopla el disco solar. 

La diosa Isis puede adoptar distintas apariencias, como es habitual en la tecnología egipcia, que dificultan su identificación. Así, cuando lleva cuernos puede confundirse con la diosa vaca Hathor, deidad con la que comparte muchos atributos, aunque no llegan a fundirse totalmente; de Hathor, asimismo, tomó prestados algunos instrumentos musicales que se utilizaban en su culto (el menat y el sistro). 

Prácticamente todas las deidades egipcias podían adoptar forma de animal; Isis, por su parte, puede tomar apariencia de vaca y ser representada amamantando al rey. También puede mostrarse con el aspecto de un milano, que revolotea y levanta con sus alas un aire reanimador que revive a su esposo Osiris. Isis también está presente en el entorno funerario, actuando como plañidera y como protectora del difunto.

En las tumbas no sólo aparece con aspecto humano o de vaca maternal y nutricia, sino también como protectora de uno de los cuatro vasos canopes (recipientes que guardaban las vísceras momificadas del fallecido), concretamente del que vigilaba Amset (uno de los cuatro hijos de Horus, guardianes de los canopes), situado al sur y que contenía el hígado del difunto.

Debo decir que después de leer este artículo en la revista Historia de National Geographic, la busqué por internet y no la encontré tan interesante. Os animo a leerla. Espero que os haya gustado tanto como a mí.
Un saludo