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Reportaje Especial: Migrantes, la traición de México
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Reportaje Especial: Migrantes, la traición de México
Reportaje Especial: Migrantes, la traición de México
La contribución de los migrantes al desarrollo fue calificada como un “acto heroico” por Vicente Fox durante su sexenio. Más de 10 años después, cuando las dificultades en Estados Unidos han hecho que 3 millones de mexicanos retornen, el país les niega sus derechos.
abril 8, 2013Dulce Ramos (@Wikiramos)/Artículo 19 ( @article19mex)
Héroes que son parias
Vivía en Brooklyn. Allá limpiaba unas oficinas de Fed Ex. En noviembre llegó la “migra” al trabajo, me pidieron mis papeles y pues… me deportaron. No puedo entrar a Estados Unidos en 20 años. Allá se quedaron mis tres hijos y yo no tengo esposo. Están solitos: Juana Rivas, 51 años. Originaria de Cd. Nezahualcoyotl. Desde enero está varada en Tijuana buscando cruzar a EU.
Cuando me fui de Chiapas no hablaba español. Ahora (hablo) inglés, español y tzotzil. Me regresé porque ya no es tan fácil encontrar trabajo y como no tengo papeles, no puedo entrar a la universidad. Siempre he pensado en estudiar medicina, pero aquí no me valen los papeles de high school. Ahorita trabajo en una cafetería. Me pagan mil 500 a la quincena: Rufino Santis, 21 años. Indígena tzotzil originario de Cruztón, Chiapas. Creció en Georgia.
Como tengo cataratas, veo borroso. Me tienen que operar, pero me falta un papel. Parece que es la CURP. Cuando yo o mis hermanas nos enfermamos de gripe nos llevan al Centro de Salud, pero hay que pagar porque soy americana. ¡Sí! ¡Nací allá, pero mis papás son de aquí, de Zacatecas! ¿Y mientras? ¿Qué siga viendo borroso? ¡Ay, no!: Andrea Bañuelos, 13 años. Para que ella y sus dos hermanas accedan al Seguro Popular deben tener acta de nacimiento mexicana. Obtenerlas cuesta más de 3 mil pesos y su padre gana 2 mil.
Como Juana, Rufino y Andrea, casi 3 millones de migrantes mexicanos han regresado de Estados Unidos entre 2000 y 2010, según estimaciones oficiales y de académicos. Tan sólo en 2010, 73% de los 393 mil deportados por el Servicio de Inmigración y Aduanas del país vecino eran mexicanos.
Removidos por la autoridad, retornados de forma voluntaria, u orillados por la crisis financiera y políticas migratorias cada vez más restrictivas, estos mexicanos regresan a buscar un entorno para reiniciar su vida, sin embargo, el país les obstaculiza todas las vías.
Tan sólo en Michoacán, 12 mil niños nacidos en Estados Unidos, de padres mexicanos, cursan la primaria sin posibilidad inmediata de tener un certificado. Para ello deben apostillar su acta de nacimiento –trámite que refrenda la validez del documento ante autoridades extranjera—y algunos, al haber regresado a México prácticamente con lo puesto, ni siquiera la tienen consigo. Otros la tienen, pero el costo del trámite es prohibitivo para las familias.
Algo similar pasa para aquellos que buscan servicios de salud. Aunque el artículo 27 de la Ley de Migración obliga a la sanidad pública a prestar servicios al extranjero, cuando alguien con doble nacionalidad –o con derecho a ella—pide atención, se le niega. Para atenderlo, debe demostrar que es mexicano.
En el mercado laboral, las cifras son devastadoras para cualquier migrante que llegue con intención de trabajar. Hay un déficit anual de 200 mil empleos y el salario no ha recuperado el poder de compra que tenía antes de la crisis global en 2008, de acuerdo con el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado.
El retorno también ha sacudido las estructuras familiares. Aunque no hay un número exacto de familias que se han separado por las deportaciones, organizaciones de ayuda al migrante muestran una fuerte preocupación por niños que se han quedado solos o sin su principal sustento económico. En los casos más dramáticos, el Estado norteamericano ha tomado la custodia de los pequeños y si los padres no demuestran solvencia moral y económica, son dados en adopción. La asesoría jurídica que los padres reciben de instancias mexicanas oficiales, es prácticamente nula.
En el presupuesto 2013, los 13 programas de apoyo al migrante retornado recibieron 53% menos fondos que el año anterior al pasar de 7 mil 600 millones de pesos a 3 mil 500 millones pesos, de acorde a cifras del centro de análisis e investigación Fundar.
Sólo por concepto del IVA aplicado a las remesas, la Federación recaudó en 2008, en términos reales, 20 mil millones de pesos. A todos los programas para migrantes en el Presupuesto de Egresos de la Federación se destinó el equivalente a un cuarto de lo recaudado. Es decir, 5 mil millones de pesos.
“Estos números lo que dicen es que si únicamente se canalizara lo que el Estado recauda por concepto de IVA a remesas, a los programas de migración, el monto se cuadruplicaría. Los migrantes no sólo financian a las familias. Financian al estado y financian la política social del país“, señala el investigador de Fundar, Rodolfo Cordova.
La falta de reciprocidad de México ante sus ciudadanos, queda clara tanto en los hechos, como en las cifras. En noviembre de 2001, el entonces Presidente Vicente Fox les llamó “héroes” por sostener al país con el envío de dinero, pero cuando esos héroes piden algo en retribución, México les da trato de parias.
En 2008, la prensa hablaba de un retorno masivo e inmediato de migrantes que podría en peligro la estabilidad del país. A cinco años se ha observado que el fenómeno se ha dado de forma lenta pero creciente. Para apoyar ese retorno, la Cámara de Diputados creó el Fondo de Apoyo al Migrante (FOAM), para el cual, la entonces Gobernadora de Zacatecas, Amalia Medina, pedía fondos por mil millones de pesos. Finalmente, sólo se asignaron 300, y al año siguiente, 2011, 200. La presión de organizaciones y estudiosos de la migración logró que para 2012, el FOAM volviera a los 300 millones.
La incoherencia del Estado
“Cada año las oficinas estatales de atención al migrante se ven rebasadas por la demanda de apoyo de los migrantes retornados y repatriados. Hay un vacío en todo el debate sobre migración, desarrollo y políticas públicas. Cuando las deportaciones se incrementan, el retorno se convierte en un problema de gobernabilidad para comunidades, municipios y estados”, dice Rodolfo García Zamora, director del Centro de Estudios del Desarrollo en la Universidad de Zacatecas, entidad que ocupa el décimo primer lugar en emigración.
“No ha existido hasta la fecha un diseño de política pública basado en derechos. Y en ese contexto, los migrantes se enfrentan a un escenario doblemente adverso. A la falta de políticas se suma que regresar es un fracaso en dos dimensiones. Es ominoso volver deportado y es ominoso regresar con la familia y que la comunidad se dé cuenta de que se ha fallado en el intento de labrarse un futuro”.
“En Estados Unidos, los gobernadores van a celebrar el día del migrante, coronan a las reinas, festejan, pero es demagogia trasnacional. En la práctica, las demandas de migrantes como personas que deben gozar de sus derechos, no existen”, agrega García Zamora. A esto se suma que México no ha tenido la visión de captar el talento y las calificaciones de los migrantes que retornan.
El caso de Rufino Santis ejemplifica el problema. Este joven indígena de 20 años, tenía 5 años cuando sus padres se lo llevaron a Georgia, desde Cruztón; una comunidad del municipio chiapaneco de Chamula, 35 kilómetros al noroeste de San Cristóbal de las Casas.
Rufino, que sólo hablaba tzotzil, entró a Estados Unidos por Tucson, Arizona, a más de 3 mil kilómetros de San Cristóbal. Luego recorrió otros 3 mil para llegar a Cairo, Georgia. Tras vivir 18 años ahí, hoy tiene fluidez en inglés, español y en su lengua materna. Hace sólo dos años que volvió a su pueblo. Una comunidad de mil 700 habitantes en la que 15% de los jóvenes entre 15 y 24 años no sabe leer ni escribir.
Un par de las 10 gallinas de la familia ronda por la mesa donde Rufino, tímido, cuenta cuál es su sueño. En la mano izquierda lleva su anillo de graduación de high school.
“Volví porque quería estudiar aquí en México. Me veía estudiando para doctor, pero no me quisieron porque tengo papeles de allá”, dice en referencia a su certificado de estudios. “Me puse a ‘aplicar’ para trabajos en los hoteles de ‘San Cris’ porque sé bien inglés, pero yo creo que como soy de Chamula, no me quisieron”. El joven es un médico indígena y políglota en potencia, pero sus aspiraciones han quedado en el aire.
Los únicos que aprovechan sus conocimientos son los integrantes de la organización no gubernamental Voces Mesoamericanas. Al conocer a Rufino, aprovecharon su dominio del inglés para que impartiera clases a otros indígenas, pero por ello sólo recibe un ingreso simbólico.
Antes de que Rufino volviera, su padre, Antonio Santis, regresó a Chiapas a petición de su comunidad. En Curztón, cada habitante debe ejercer algún trabajo comunitario cada tanto tiempo, so pena de multas que alcanzan los 30 mil pesos o incluso el destierro. Seguir trabajando en Georgia y enviar dinero para liquidar una multa no era opción viable para el jefe de la familia Santis. La renta y los gastos para sostener a los cuatro hijos con los que cruzó la frontera, consumían su ingreso de mil dólares al mes.
En Georgia, Antonio se dedicaba al mantenimiento de una guardería. En su pueblo, sólo cultiva un poco de maíz para el consumo familiar y de cuando en cuando sube y baja mercancías a cualquier punto de Chiapas en su camioneta roja de redilas.
Si en estados con muy alta intensidad migratoria como Guanajuato, Michoacán y Jalisco, el apoyo al retornado no corresponde a las dimensiones de la situación, en Chiapas, estado que entre 2000 y 2004 pasó de muy baja intensidad migratoria, la instancia estatal de apoyo concentra buena parte de la atención sólo en Tapachula, la capital.
“Las capacidades que los migrantes han adquirido en Estados Unidos están desperdiciadas. Se habla mucho de ello, pero no hay política pública que las aproveche. Este tema es nuevo para los gobiernos y apenas se le da la importancia que realmente tiene”, señala la investigadora zacatecana Rosy del Valle.
“Muchos regresan y se dan cuenta que perdieron el tiempo. No pudieron ahorrar, no pueden implementar su experiencia en sus lugares de origen y no hay ningún apoyo por parte del gobierno. Estos migrantes retornados tienen dos o tres problemas de dimensiones de inserción: ser aceptado por la comunidad, la incorporación de la familia a la educación, y la incorporación laboral”, comenta el investigador del Centro de Estudios de Población del Colegio de la Frontera Norte, Rodolfo Cruz.
Con el panorama así de árido, prácticamente pocos migrantes contemplan el retorno como la mejor opción para su vida. Estudios académicos en Michoacán y Oaxaca arrojan que 80% de los migrantes de retorno han llegado deportados y el 20% restante, de forma voluntaria. Ese grupo, no obstante, engloba a los que, por haber perdido un trabajo como consecuencia de la crisis, se vieron en la necesidad de dejar Estados Unidos. Así, el calificativo “voluntario”, queda en entredicho.
¿Quiénes son los retornados?
La explicación más sencilla sobre el retorno es la crisis financiera global. Sin embargo, una esfera en particular dimensiona los porqués del retorno en lo económico.
La crisis hipotecaria que detonó la recesión en Estados Unidos golpeó de manera directa al sector de la construcción, donde muchos mexicanos se empleaban, explica Rodolfo Cruz. Sólo en 2008, el país vecino perdió en total 2.6 millones de empleos.
Otras tres dimensiones explican el retorno para el especialista del Colegio de la Frontera Norte: el incremento y endurecimiento de las leyes locales contra los inmigrantes no autorizados (un ejemplo es la ley SB1070 con la que se pretendía criminalizar en Arizona a los ciudadanos sin documentación en regla), el aumento en las deportaciones (el Pew Hispanic Center estima que las “remociones” crecieron 30% en la administración Obama), y por último, las operaciones de control y sellamiento de las fronteras, que hicieron más difícil el ingreso y el reingreso por vías ilegales.
¿Quiénes son los migrantes de retorno? Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), permiten un acercamiento.
El censo 2010 da cuenta de 824 mil 814 mexicanos retornados. Esta es una fotografía estadística de ellos.
Capital perdido
El valor del migrante que regresa es tal, que el país encontraría en ellos un capital humano al a cual convendría retirarle adversidades y facilitar el reinicio de su vida en México para impulsar el desarrollo.
“El país ha renunciado a crear políticas para aprovechar a los ciudadanos en el país, y en el exterior. De otra manera no se explica cómo hay 800 mil migrantes mexicanos con un grado superior a la licenciatura en Estados Unidos. Igualmente hay 5 mil doctores en ciencias que trabajan allá. Es un desperdicio enorme”, comenta García Zamora.
Sin seguimiento a este talento, la idea de crear bolsas de trabajo y talento internacionales a través de los consulados y gobiernos estatales.
“Que hagan un inventario de los que están retornando y se sepa cuál es su perfil laboral, sus necesidades, su experiencia. A través de esa bolsa podríamos conocer cuántos regresan, si pueden ser tutores, capacitadores”.
La conclusión de los expertos es que el Estado no tiene una visión integral ante los que vuelven al país. Simplemente se beneficia de las remesas que envían 12 millones de personas y, a su vez, libera la carga que significaría dar a todos ellos seguridad, empleo, educación y otros derechos. El académico zacatecano lo sintetiza en una sola idea: “En los últimos 50 años, todos los gobiernos han tenido hacia los migrantes una actitud rentista”.
Ve aquí el videorreportaje “La traición al retornado”:
http://www.animalpolitico.com/2013/04/la-traicion-de-mexico/#axzz2Powwbt5K
La contribución de los migrantes al desarrollo fue calificada como un “acto heroico” por Vicente Fox durante su sexenio. Más de 10 años después, cuando las dificultades en Estados Unidos han hecho que 3 millones de mexicanos retornen, el país les niega sus derechos.
abril 8, 2013Dulce Ramos (@Wikiramos)/Artículo 19 ( @article19mex)
Héroes que son parias
Vivía en Brooklyn. Allá limpiaba unas oficinas de Fed Ex. En noviembre llegó la “migra” al trabajo, me pidieron mis papeles y pues… me deportaron. No puedo entrar a Estados Unidos en 20 años. Allá se quedaron mis tres hijos y yo no tengo esposo. Están solitos: Juana Rivas, 51 años. Originaria de Cd. Nezahualcoyotl. Desde enero está varada en Tijuana buscando cruzar a EU.
Cuando me fui de Chiapas no hablaba español. Ahora (hablo) inglés, español y tzotzil. Me regresé porque ya no es tan fácil encontrar trabajo y como no tengo papeles, no puedo entrar a la universidad. Siempre he pensado en estudiar medicina, pero aquí no me valen los papeles de high school. Ahorita trabajo en una cafetería. Me pagan mil 500 a la quincena: Rufino Santis, 21 años. Indígena tzotzil originario de Cruztón, Chiapas. Creció en Georgia.
Como tengo cataratas, veo borroso. Me tienen que operar, pero me falta un papel. Parece que es la CURP. Cuando yo o mis hermanas nos enfermamos de gripe nos llevan al Centro de Salud, pero hay que pagar porque soy americana. ¡Sí! ¡Nací allá, pero mis papás son de aquí, de Zacatecas! ¿Y mientras? ¿Qué siga viendo borroso? ¡Ay, no!: Andrea Bañuelos, 13 años. Para que ella y sus dos hermanas accedan al Seguro Popular deben tener acta de nacimiento mexicana. Obtenerlas cuesta más de 3 mil pesos y su padre gana 2 mil.
Como Juana, Rufino y Andrea, casi 3 millones de migrantes mexicanos han regresado de Estados Unidos entre 2000 y 2010, según estimaciones oficiales y de académicos. Tan sólo en 2010, 73% de los 393 mil deportados por el Servicio de Inmigración y Aduanas del país vecino eran mexicanos.
Removidos por la autoridad, retornados de forma voluntaria, u orillados por la crisis financiera y políticas migratorias cada vez más restrictivas, estos mexicanos regresan a buscar un entorno para reiniciar su vida, sin embargo, el país les obstaculiza todas las vías.
Tan sólo en Michoacán, 12 mil niños nacidos en Estados Unidos, de padres mexicanos, cursan la primaria sin posibilidad inmediata de tener un certificado. Para ello deben apostillar su acta de nacimiento –trámite que refrenda la validez del documento ante autoridades extranjera—y algunos, al haber regresado a México prácticamente con lo puesto, ni siquiera la tienen consigo. Otros la tienen, pero el costo del trámite es prohibitivo para las familias.
Algo similar pasa para aquellos que buscan servicios de salud. Aunque el artículo 27 de la Ley de Migración obliga a la sanidad pública a prestar servicios al extranjero, cuando alguien con doble nacionalidad –o con derecho a ella—pide atención, se le niega. Para atenderlo, debe demostrar que es mexicano.
En el mercado laboral, las cifras son devastadoras para cualquier migrante que llegue con intención de trabajar. Hay un déficit anual de 200 mil empleos y el salario no ha recuperado el poder de compra que tenía antes de la crisis global en 2008, de acuerdo con el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado.
El retorno también ha sacudido las estructuras familiares. Aunque no hay un número exacto de familias que se han separado por las deportaciones, organizaciones de ayuda al migrante muestran una fuerte preocupación por niños que se han quedado solos o sin su principal sustento económico. En los casos más dramáticos, el Estado norteamericano ha tomado la custodia de los pequeños y si los padres no demuestran solvencia moral y económica, son dados en adopción. La asesoría jurídica que los padres reciben de instancias mexicanas oficiales, es prácticamente nula.
En el presupuesto 2013, los 13 programas de apoyo al migrante retornado recibieron 53% menos fondos que el año anterior al pasar de 7 mil 600 millones de pesos a 3 mil 500 millones pesos, de acorde a cifras del centro de análisis e investigación Fundar.
Sólo por concepto del IVA aplicado a las remesas, la Federación recaudó en 2008, en términos reales, 20 mil millones de pesos. A todos los programas para migrantes en el Presupuesto de Egresos de la Federación se destinó el equivalente a un cuarto de lo recaudado. Es decir, 5 mil millones de pesos.
“Estos números lo que dicen es que si únicamente se canalizara lo que el Estado recauda por concepto de IVA a remesas, a los programas de migración, el monto se cuadruplicaría. Los migrantes no sólo financian a las familias. Financian al estado y financian la política social del país“, señala el investigador de Fundar, Rodolfo Cordova.
La falta de reciprocidad de México ante sus ciudadanos, queda clara tanto en los hechos, como en las cifras. En noviembre de 2001, el entonces Presidente Vicente Fox les llamó “héroes” por sostener al país con el envío de dinero, pero cuando esos héroes piden algo en retribución, México les da trato de parias.
En 2008, la prensa hablaba de un retorno masivo e inmediato de migrantes que podría en peligro la estabilidad del país. A cinco años se ha observado que el fenómeno se ha dado de forma lenta pero creciente. Para apoyar ese retorno, la Cámara de Diputados creó el Fondo de Apoyo al Migrante (FOAM), para el cual, la entonces Gobernadora de Zacatecas, Amalia Medina, pedía fondos por mil millones de pesos. Finalmente, sólo se asignaron 300, y al año siguiente, 2011, 200. La presión de organizaciones y estudiosos de la migración logró que para 2012, el FOAM volviera a los 300 millones.
La incoherencia del Estado
“Cada año las oficinas estatales de atención al migrante se ven rebasadas por la demanda de apoyo de los migrantes retornados y repatriados. Hay un vacío en todo el debate sobre migración, desarrollo y políticas públicas. Cuando las deportaciones se incrementan, el retorno se convierte en un problema de gobernabilidad para comunidades, municipios y estados”, dice Rodolfo García Zamora, director del Centro de Estudios del Desarrollo en la Universidad de Zacatecas, entidad que ocupa el décimo primer lugar en emigración.
“No ha existido hasta la fecha un diseño de política pública basado en derechos. Y en ese contexto, los migrantes se enfrentan a un escenario doblemente adverso. A la falta de políticas se suma que regresar es un fracaso en dos dimensiones. Es ominoso volver deportado y es ominoso regresar con la familia y que la comunidad se dé cuenta de que se ha fallado en el intento de labrarse un futuro”.
“En Estados Unidos, los gobernadores van a celebrar el día del migrante, coronan a las reinas, festejan, pero es demagogia trasnacional. En la práctica, las demandas de migrantes como personas que deben gozar de sus derechos, no existen”, agrega García Zamora. A esto se suma que México no ha tenido la visión de captar el talento y las calificaciones de los migrantes que retornan.
El caso de Rufino Santis ejemplifica el problema. Este joven indígena de 20 años, tenía 5 años cuando sus padres se lo llevaron a Georgia, desde Cruztón; una comunidad del municipio chiapaneco de Chamula, 35 kilómetros al noroeste de San Cristóbal de las Casas.
Rufino, que sólo hablaba tzotzil, entró a Estados Unidos por Tucson, Arizona, a más de 3 mil kilómetros de San Cristóbal. Luego recorrió otros 3 mil para llegar a Cairo, Georgia. Tras vivir 18 años ahí, hoy tiene fluidez en inglés, español y en su lengua materna. Hace sólo dos años que volvió a su pueblo. Una comunidad de mil 700 habitantes en la que 15% de los jóvenes entre 15 y 24 años no sabe leer ni escribir.
Un par de las 10 gallinas de la familia ronda por la mesa donde Rufino, tímido, cuenta cuál es su sueño. En la mano izquierda lleva su anillo de graduación de high school.
“Volví porque quería estudiar aquí en México. Me veía estudiando para doctor, pero no me quisieron porque tengo papeles de allá”, dice en referencia a su certificado de estudios. “Me puse a ‘aplicar’ para trabajos en los hoteles de ‘San Cris’ porque sé bien inglés, pero yo creo que como soy de Chamula, no me quisieron”. El joven es un médico indígena y políglota en potencia, pero sus aspiraciones han quedado en el aire.
Los únicos que aprovechan sus conocimientos son los integrantes de la organización no gubernamental Voces Mesoamericanas. Al conocer a Rufino, aprovecharon su dominio del inglés para que impartiera clases a otros indígenas, pero por ello sólo recibe un ingreso simbólico.
Antes de que Rufino volviera, su padre, Antonio Santis, regresó a Chiapas a petición de su comunidad. En Curztón, cada habitante debe ejercer algún trabajo comunitario cada tanto tiempo, so pena de multas que alcanzan los 30 mil pesos o incluso el destierro. Seguir trabajando en Georgia y enviar dinero para liquidar una multa no era opción viable para el jefe de la familia Santis. La renta y los gastos para sostener a los cuatro hijos con los que cruzó la frontera, consumían su ingreso de mil dólares al mes.
En Georgia, Antonio se dedicaba al mantenimiento de una guardería. En su pueblo, sólo cultiva un poco de maíz para el consumo familiar y de cuando en cuando sube y baja mercancías a cualquier punto de Chiapas en su camioneta roja de redilas.
Si en estados con muy alta intensidad migratoria como Guanajuato, Michoacán y Jalisco, el apoyo al retornado no corresponde a las dimensiones de la situación, en Chiapas, estado que entre 2000 y 2004 pasó de muy baja intensidad migratoria, la instancia estatal de apoyo concentra buena parte de la atención sólo en Tapachula, la capital.
“Las capacidades que los migrantes han adquirido en Estados Unidos están desperdiciadas. Se habla mucho de ello, pero no hay política pública que las aproveche. Este tema es nuevo para los gobiernos y apenas se le da la importancia que realmente tiene”, señala la investigadora zacatecana Rosy del Valle.
“Muchos regresan y se dan cuenta que perdieron el tiempo. No pudieron ahorrar, no pueden implementar su experiencia en sus lugares de origen y no hay ningún apoyo por parte del gobierno. Estos migrantes retornados tienen dos o tres problemas de dimensiones de inserción: ser aceptado por la comunidad, la incorporación de la familia a la educación, y la incorporación laboral”, comenta el investigador del Centro de Estudios de Población del Colegio de la Frontera Norte, Rodolfo Cruz.
Con el panorama así de árido, prácticamente pocos migrantes contemplan el retorno como la mejor opción para su vida. Estudios académicos en Michoacán y Oaxaca arrojan que 80% de los migrantes de retorno han llegado deportados y el 20% restante, de forma voluntaria. Ese grupo, no obstante, engloba a los que, por haber perdido un trabajo como consecuencia de la crisis, se vieron en la necesidad de dejar Estados Unidos. Así, el calificativo “voluntario”, queda en entredicho.
¿Quiénes son los retornados?
La explicación más sencilla sobre el retorno es la crisis financiera global. Sin embargo, una esfera en particular dimensiona los porqués del retorno en lo económico.
La crisis hipotecaria que detonó la recesión en Estados Unidos golpeó de manera directa al sector de la construcción, donde muchos mexicanos se empleaban, explica Rodolfo Cruz. Sólo en 2008, el país vecino perdió en total 2.6 millones de empleos.
Otras tres dimensiones explican el retorno para el especialista del Colegio de la Frontera Norte: el incremento y endurecimiento de las leyes locales contra los inmigrantes no autorizados (un ejemplo es la ley SB1070 con la que se pretendía criminalizar en Arizona a los ciudadanos sin documentación en regla), el aumento en las deportaciones (el Pew Hispanic Center estima que las “remociones” crecieron 30% en la administración Obama), y por último, las operaciones de control y sellamiento de las fronteras, que hicieron más difícil el ingreso y el reingreso por vías ilegales.
¿Quiénes son los migrantes de retorno? Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), permiten un acercamiento.
El censo 2010 da cuenta de 824 mil 814 mexicanos retornados. Esta es una fotografía estadística de ellos.
Capital perdido
El valor del migrante que regresa es tal, que el país encontraría en ellos un capital humano al a cual convendría retirarle adversidades y facilitar el reinicio de su vida en México para impulsar el desarrollo.
“El país ha renunciado a crear políticas para aprovechar a los ciudadanos en el país, y en el exterior. De otra manera no se explica cómo hay 800 mil migrantes mexicanos con un grado superior a la licenciatura en Estados Unidos. Igualmente hay 5 mil doctores en ciencias que trabajan allá. Es un desperdicio enorme”, comenta García Zamora.
Sin seguimiento a este talento, la idea de crear bolsas de trabajo y talento internacionales a través de los consulados y gobiernos estatales.
“Que hagan un inventario de los que están retornando y se sepa cuál es su perfil laboral, sus necesidades, su experiencia. A través de esa bolsa podríamos conocer cuántos regresan, si pueden ser tutores, capacitadores”.
La conclusión de los expertos es que el Estado no tiene una visión integral ante los que vuelven al país. Simplemente se beneficia de las remesas que envían 12 millones de personas y, a su vez, libera la carga que significaría dar a todos ellos seguridad, empleo, educación y otros derechos. El académico zacatecano lo sintetiza en una sola idea: “En los últimos 50 años, todos los gobiernos han tenido hacia los migrantes una actitud rentista”.
Ve aquí el videorreportaje “La traición al retornado”:
http://www.animalpolitico.com/2013/04/la-traicion-de-mexico/#axzz2Powwbt5K
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