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Cárdenas Palomino, protector del narco en el aeropuerto del DF
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Cárdenas Palomino, protector del narco en el aeropuerto del DF
Luis Cárdenas Palomino.
7 julio 2012
Desde la clandestinidad, dos de los tres policías federales acusados de asesinar a sus compañeros el lunes 25 de junio en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México contactaron a Proceso para dar su versión de los hechos. Aseguran que los otros agentes habían estado presionándolos para que se unieran al narcotráfico, a lo que se negaron. Es más: acusan al jefe de la División Regional de la Policía Federal, Luis Cárdenas Palomino, de ser el principal protector del narco en la terminal aérea.
El tiroteo suscitado en la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) el lunes 25 de junio, en el que murieron tres elementos de la PolicíaFederal(PF), se originó por presiones y amenazas entre distintos grupos policiacos que se disputan el control del tráfico de drogas en ese lugar, afirman en entrevista con Proceso Daniel Cruz García y Zeferino Morales Franco, dos de los tres agentes prófugos acusados del homicidio de tres de sus compañeros.
Ambos sostienen que Luis Cárdenas Palomino, jefe de la División Regional de la PolicíaFederal, protege las actividades del narcotráfico en la terminal aérea y aseguran que sus principales contactos son José Antonio Dighero Medina, comandante en jefe de la PF en el AICM, así como los tres oficiales muertos en la balacera: Enrique de Jesús Pacheco Valdez; Josué Adán Matadamas, jefe de turno del área de vialidad de la terminal aérea, y Fidel Rojas Martínez.
Desde el día del tiroteo, Daniel Cruz García, Zeferino Morales Franco y Bogard Felipe Lugo León, están prófugos. Ubicados en un lugar del país donde se encuentran refugiados, los dos primeros contactaron a este semanario con la finalidad, según dijeron, de dar su versión de lo ocurrido.
(Extracto del reportaje que se publica esta semana en la revista Proceso 1862, ya en circulación)
Skorpio- Cantidad de envíos : 9873
Fecha de inscripción : 08/09/2009
Re: Cárdenas Palomino, protector del narco en el aeropuerto del DF
Genaro, Facundo y Luis
Se ponen de manifiesto
Ya se supo su desliz
Ya se acaba su gobierno.
A menos que el copetón
Los ratifique en su puesto
Se les llegó la ocasion
Pues les toca su mastuerzo.
Siempre fué cosa sabida
Los tres compadres malditos
Llegaron a proteger
A los amos del delito.
Aquellos que lo dudaban
Ahi les dejo la ocasión
De que sepan de una vez
Que su tiempo se acabó.
El catador de los pinos
Ya come sus chilaquiles
Chicharrón en salsa verde
Pa´bajarselos un wisky.
Ni modo, mis tres muñecos
Todo acaba en este mundo
Yo me voy de este pais
Ustedes ya son difuntos.
Para que cartel trabajan
O son muy independientes
De seguro a su patrón
Ya se le pelan los dientes
Vuela vuela palomita
Sal de los pinos ya pronta
Pues llego la nueva reina
Del pais. . .la muy gaviota.
Cazador de Duendes
Zapopan, 08/Jul/12
Se ponen de manifiesto
Ya se supo su desliz
Ya se acaba su gobierno.
A menos que el copetón
Los ratifique en su puesto
Se les llegó la ocasion
Pues les toca su mastuerzo.
Siempre fué cosa sabida
Los tres compadres malditos
Llegaron a proteger
A los amos del delito.
Aquellos que lo dudaban
Ahi les dejo la ocasión
De que sepan de una vez
Que su tiempo se acabó.
El catador de los pinos
Ya come sus chilaquiles
Chicharrón en salsa verde
Pa´bajarselos un wisky.
Ni modo, mis tres muñecos
Todo acaba en este mundo
Yo me voy de este pais
Ustedes ya son difuntos.
Para que cartel trabajan
O son muy independientes
De seguro a su patrón
Ya se le pelan los dientes
Vuela vuela palomita
Sal de los pinos ya pronta
Pues llego la nueva reina
Del pais. . .la muy gaviota.
Cazador de Duendes
Zapopan, 08/Jul/12
Cazador de Duendes- Cantidad de envíos : 632
Fecha de inscripción : 29/04/2012
Localización : Entre lo sublime y lo ridiculo
Re: Cárdenas Palomino, protector del narco en el aeropuerto del DF
-Reportaje de PROCESO completo-
11 julio 2012
MÉXICO, D.F. (Proceso).- El tiroteo suscitado en la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) el 25 de junio, en el que murieron tres elementos de la Policía Federal (PF), se originó por presiones y amenazas entre distintos grupos policiacos que se disputan el control del tráfico de drogas en ese lugar, afirman en entrevista con Proceso Daniel Cruz García y Zeferino Morales Franco, dos de los tres agentes prófugos acusados del homicidio de tres de sus compañeros.
Ambos sostienen que Luis Cárdenas Palomino, jefe de la División Regional de la PF, protege las actividades del narcotráfico en la terminal aérea y aseguran que sus principales contactos son José Antonio Dighero Medina, comandante en jefe de la PF en el AICM, así como los tres oficiales muertos en la balacera: Enrique de Jesús Pacheco Valdez; Josué Adán Matadamas, jefe de turno del área de vialidad de la terminal aérea, y Fidel Rojas Martínez.
Daniel Cruz García, Zeferino Morales Franco y Bogard Felipe Lugo León están prófugos. Ubicados en un lugar del país donde se encuentran refugiados, los dos primeros contactaron a este semanario con la finalidad, dicen, de dar su versión de lo ocurrido.
La entrevista se efectuó después de la jornada electoral del domingo 1.
Cuando el reportero llegó al lugar del encuentro, Cruz García y Morales Franco estaban sentados en una sala en penumbras. Éste último mantenía la pierna izquierda en vilo y envuelta con una venda; al quitársela se podía ver el orificio que dejó el balazo que le penetró entre la tibia y peroné. A su vez, Cruz García tenía una venda en el antebrazo derecho, una sutura en los nudillos de la mano del mismo brazo y rozones de bala en la espalda.
La charla comenzó con Cruz García, quien expuso que la balacera del 25 de junio se originó porque su jefe inmediato, Enrique de Jesús Pacheco Valdez, llevaba varias semanas presionándolo a él y a su amigo Zeferino para que se involucraran en el narcotráfico. A esas presiones, comenta, se sumaron los oficiales Josué Adán Matadamas y José Antonio Dighero, este último comandante en jefe de la PF en la terminal aérea.
Cuenta Cruz García: “Unas tres semanas antes de la balacera nos comenzaron a chingar; que debíamos hacer lo que ellos nos ordenaran; que no fuéramos pendejos; que lo íbamos a tener todo en charola de plata porque ellos eran los amos y señores en el aeropuerto y estaban bien parados con Luis Cárdenas Palomino; que cualquier pedo ellos lo arreglaban.
“Yo le dije en varias ocasiones que no me iba a meter en nada y que si me seguían chingando los iba a denunciar. Esa advertencia los enojó mucho y las presiones siguieron aún más fuertes. En cualquier punto del aeropuerto donde nos encontrábamos me decía que si no aceptaba trabajar con el grupo me iban a desaparecer junto con mi amigo. Poco a poco se fueron calentando los ánimos entre nosotros.
“En otra ocasión el oficial Pacheco Valdez me dijo que ya no le hiciera al pendejo; que él estaba bien parado con José Antonio Dighero Medina, que era su mano derecha, y que si no aceptaba trabajar con ellos me iban a matar, que lo pensara bien.”
–¿Ustedes qué entendían cuando su jefe les proponía trabajar con ellos? –se les pregunta a Daniel y a Zeferino.
–Que nos metiéramos al narcotráfico para controlar el movimiento de drogas. Reiteradamente nos decían que ellos eran los amos y que en el aeropuerto se hacía lo que ellos ordenaban.
–¿En realidad tenían mucho poder en el aeropuerto?
–Sí. A pesar de que en la terminal aérea existen restricciones y reglamentos para cruzar a otras áreas, ellos se movían sin ninguna limitación. Entraban y salían de todos lados sin permiso y sin que nadie se los prohibiera.
Presiones mortales
Los expolicías prófugos coinciden al señalar que la balacera se desató porque las amenazas en su contra se hicieron cada vez más recurrentes. “Llegamos al límite de nuestra paciencia y se volvieron a calentar los ánimos”, expone Cruz García.
–¿Por qué? –se le pregunta.
–Me volvieron a presionar y esta vez ya habían dado la orden de que me desaparecieran junto con mi amigo.
Asegura que él y Morales Franco entraron a trabajar el 24 de junio a las siete de la noche. A las siete de la mañana del día siguiente terminaron su jornada y fueron a desayunar al área de comida rápida, en el interior de la Terminal 2.
Ambos refieren que en el trayecto de la sala K al área de restaurantes fueron interceptados por Pacheco Valdez y Matadamas Cota “en un punto ciego”; es decir, donde no hay cámaras. “Nos dijeron que si no cooperábamos nos iba a cargar la chingada”. Momentos después llegó al lugar Fidel Rojas Martínez.
De acuerdo con Cruz García, en ese momento comenzó una fuerte discusión. “Yo les dije que los iba a denunciar, por lo que Pacheco Valdez se encabronó. En ese momento Matadamas Cota sacó su pistola, cortó cartucho y soltó un disparo que perforó la pierna de Morales Franco.
“Casi al instante sacamos las armas, respondimos a la agresión y se desató la balacera. No recuerdo muy bien, pero entre mi compañero y yo hicimos como 15 o 20 disparos y del otro lado soltaron como siete.
“Cuando disparamos salimos corriendo y Fidel Rojas nos comenzó a disparar por la espalda. Él fue el que me dio en la espalda. Afortunadamente la bala rozó a la altura del pulmón derecho y se incrustó en el antebrazo. En la huida sentí un balazo en la mano derecha y fue otro rozón que me rasgó los nudillos.”
–¿Cómo participó Bogard Felipe Lugo de León (el otro agente prófugo) en la balacera? –se les pregunta a Cruz García y a Morales Franco.
Éste responde: “Bogard era el responsable de turno y en el momento de la discusión él iba pasando por el área donde estábamos y nos dijo: ‘cálmense, por favor, cálmense’. Él ni siquiera sabía por qué se había dado la discusión y terminó enfrascado en la balacera”.
–¿Cuánto tiempo duró el tiroteo?
–Poco más de cinco minutos.
En el enfrentamiento cayó muerto Enrique de Jesús Pacheco Valdez, quien ingresó a la Policía Federal en noviembre de 2009 y, de acuerdo con su ficha, realizaba tareas en el cuerpo de seguridad y vigilancia en el AICM. También se desempeñaba como escolta de José Antonio Dighero Medina, quien depende directamente de Luis Cárdenas Palomino, jefe de la División de Seguridad Regional de la Policía Federal.
Los otros dos occisos –Felipe Rojas y Josué Adán Matadamas Cota, también con grados de oficiales– estaban comisionados a la vigilancia de la Terminal 2 y el día de los hechos tenían un par de horas de haber iniciado sus labores.
–¿Las autoridades los señalan como responsables de los tres homicidios? ¿Ustedes los asesinaron? ¿Reconocen ustedes a las personas que murieron como las mismas a las que les dispararon?
–Sí. Y sabemos que vamos a pagar por eso, pero no podemos reconocer otros cargos porque nosotros no nos involucramos en el narcotráfico. Está muy claro quiénes protegían al narcotráfico y quiénes brindaban la protección. Ellos (los occisos) siempre decían que estaban bien parados con el jefe Palomino y que todo lo tenían en charola de plata.
“Nosotros pedimos que nos investiguen. Nuestro sueldo era como de 13 mil pesos al mes y no tenemos bienes. Vivimos de nuestro salario, con eso pagamos nuestra renta porque vivimos juntos y compartimos todos nuestros gastos. También pedimos que revisen nuestros expedientes, y verán que no tenemos antecedentes graves reportados.”
El vuelo de Lima
De acuerdo con Cruz García y Morales Franco, la versión de la Secretaría de Seguridad Pública en el sentido de que el 25 de junio se efectuaba un operativo, es tan falsa como el señalamiento de que “nosotros movimos la cámara de vigilancia para que no se grabara la balacera”.
Dice Cruz García que hasta ahora no se explica cómo es posible que su jefe, Enrique de Jesús Pacheco Valdez, acudiera al aeropuerto el 25 de junio cuando había salido de vacaciones tres días antes. Y a pesar de ello, dice, se presentó vestido de civil y con su pistola.
–¿Entonces no hubo un operativo especial para detectar a una red de tráfico de drogas? –se le inquiere.
–No hubo ningún operativo. Ni siquiera agentes del Ministerio Público había y, además, ¿cómo se va a realizar un operativo con tres elementos? Eso es ridículo. ¿Por qué acudió al aeropuerto Pacheco Valdez si estaba de vacaciones? ¿A qué fue? Eso no lo dicen las autoridades ni lo dirán.
Sin embargo, la versión de la SSP coloca a Cruz García, Morales Franco y Lugo de León como piezas clave en el tráfico de drogas dentro del AICM; también los ubica como enlaces de una red de narcotráfico con amplias conexiones en Perú. Ellos niegan los señalamientos.
Según la versión de Cárdenas Palomino, dada a conocer en conferencia de prensa el 28 de junio, los agentes prófugos –por quienes se ofrece una recompensa de 5 millones de pesos a quien aporte información para localizarlos– estuvieron operando un movimiento de drogas poco antes de la llegada del vuelo 019 de Aeroméxico procedente de Lima, Perú.
El funcionario policiaco mostró videos captados por las cámaras del AICM antes y después de que se desatara el tiroteo.
En el tramo del video registrado a las 7:38 horas, el vuelo de Aeroméxico ya había tocado tierra y los pasajeros bajaban de las escaleras en la sala de llegada.
En ese instante se ve que un agente al que se identifica como Morales Franco entra a los baños del recinto migratorio. Transcurridos 11 minutos abandona la instalación y sube, en contraflujo, la escalinata. Se observa que en la mano izquierda sostiene un paquete bajo su chamarra que, según las autoridades, contenía cocaína.
Sin embargo, la PF no incluye ninguna grabación en video de las actividades que realizó el agente entre las 7:49 y las 8:33 horas, a pesar de que en la Terminal 2 del AICM se encuentran en operación 430 cámaras de circuito cerrado.
El director de la División Regional de la PF afirma que Morales Franco pertenece a una red de traficantes de droga del AICM, cuya labor consistía en recoger la droga de las instalaciones sanitarias para posteriormente entregarla a una tercera persona.
Por ello, sostiene Cárdenas Palomino, los agentes Josué Adán Matadamas Cota, Fidel Rojas Martínez y Enrique de Jesús Pacheco Valdez (quienes fallecieron en el tiroteo) interceptaron a Morales Franco en el área de comida rápida.
Asegura que el comandante en jefe de la corporación en la terminal aérea, Dighero Medina, alertó a Matadamas Cota sobre la posibilidad de que Morales Franco fuera quien sacaba la droga en complicidad con otras autoridades. Asimismo, dice, le avisó a otro suboficial para que apoyara en la revisión de Zeferino.
“El suboficial de apoyo a la operación se comunicó con el titular de la Policía Federal en el aeropuerto y le informó que ya estaba con el sospechoso y que procedería a revisarlo. Mantuvo abierta la comunicación de radio con el titular, quien escuchó al suboficial ordenarle en dos ocasiones a Morales Franco que se abriera la chamarra. En ese momento el jefe de la operación le confirmó por radio que era positivo; es decir, que Zeferino traía la droga. Respondió entonces el titular del aeropuerto que procediera a detenerlo”, externó Cárdenas Palomino en conferencia de prensa.
Los videos extraños
El reporte oficial indica que el tiroteo comenzó a las 8:33 de la mañana; no obstante y de manera extraña, las cámaras del AICM no registraron el momento de la balacera, por lo que la Policía Federal, apoyada en peritajes, supone que los tres agentes pretendían realizar la detención de Morales Franco cuando Cruz García comenzó a dispararles por la espalda.
En cambio, el video sí registró cuando comensales y peatones se protegían de las balas y captó también el momento en que los agentes Cruz García y Morales Franco corrieron hacia la escalera que se encuentra cerca del estacionamiento, descendieron por ella y llegaron a la gasolinera ubicada en avenida Hangares y Santos Dumont, donde abordaron un taxi.
Las cámaras del aeropuerto también permitieron identificar, a las 8:37, minutos después del incidente, cuando Lugo de León, jefe de Cruz García y de Morales Franco (y también jefe de turno), sale de manera intempestiva del aeropuerto en una camioneta.
En la entrevista, Morales Franco comenta que no es él la persona captada por las cámaras del AICM al momento de entrar al baño y que sale con un paquete bajo el brazo. “No soy yo. Es otra persona que ignoro quién sea”.
Y añade: “Insisto en que es falso que haya habido un operativo ese día. La realidad es que nos querían involucrar en el tráfico de drogas que ellos manejan en el aeropuerto. Si se va a investigar, que se investigue bien y a todos”.
–Ustedes están siendo buscados por la Policía Federal y se ofrece una recompensa de 5 millones de pesos por su captura. ¿Qué piensan hacer? ¿Van a seguir escondidos? ¿Han pensado entregarse a las autoridades?
–Nos vamos a entregar, ya lo tenemos decidido, pero no ahora. Esperaremos a que concluya esta administración porque actualmente no tenemos ninguna garantía ni creemos que vayamos a tener un juicio justo. Sabemos que tenemos que pagar por lo que hicimos, pero sólo por eso, no por delitos que no hemos cometido. Otra cosa: Nos vamos a entregar pero no a la Policía Federal. No le tenemos confianza –responde Cruz García.
–¿A qué le temen ustedes?
–Sabemos que si la Policía Federal nos encuentra no nos va a detener. Nos van a matar. Así actúan ellos y conocemos bien cómo opera la corporación.
–¿Entonces ante qué autoridad piensan entregarse?
–Quizás al Ejército.
La tarde va cayendo y una luz mortecina ilumina la sala donde se efectuó la charla. Los entrevistados aceptan tomarse las fotos para ser publicadas y al término de la sesión toman gasas, alcohol y proceden a curarse las heridas.
Morales Franco muestra el agujero de su pierna izquierda y Cruz García el balazo que le perforó el antebrazo.
–¿Qué sientes al ver tus heridas? –se le pregunta a Cruz García.
–Que Dios es muy grande y que todavía no me tocaba.
Otra versión del tiroteo difundida el viernes 6 por el diario Reforma indica que se debió a una disputa entre elementos de la PF supuestamente por un botín de dinero, luego de la llegada del vuelo 019 de Aeroméxico que procedía de Lima, Perú, presuntamente con un cargamento de cocaína.
De acuerdo con esa información, el día de la balacera no hubo ningún operativo, como afirmó Cárdenas Palomino, sino que el pleito se generó entre al menos 10 elementos de la Policía Federal que ese día se coludieron para proteger el cargamento de droga y repartirse una suma millonaria.
11 julio 2012
MÉXICO, D.F. (Proceso).- El tiroteo suscitado en la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) el 25 de junio, en el que murieron tres elementos de la Policía Federal (PF), se originó por presiones y amenazas entre distintos grupos policiacos que se disputan el control del tráfico de drogas en ese lugar, afirman en entrevista con Proceso Daniel Cruz García y Zeferino Morales Franco, dos de los tres agentes prófugos acusados del homicidio de tres de sus compañeros.
Ambos sostienen que Luis Cárdenas Palomino, jefe de la División Regional de la PF, protege las actividades del narcotráfico en la terminal aérea y aseguran que sus principales contactos son José Antonio Dighero Medina, comandante en jefe de la PF en el AICM, así como los tres oficiales muertos en la balacera: Enrique de Jesús Pacheco Valdez; Josué Adán Matadamas, jefe de turno del área de vialidad de la terminal aérea, y Fidel Rojas Martínez.
Daniel Cruz García, Zeferino Morales Franco y Bogard Felipe Lugo León están prófugos. Ubicados en un lugar del país donde se encuentran refugiados, los dos primeros contactaron a este semanario con la finalidad, dicen, de dar su versión de lo ocurrido.
La entrevista se efectuó después de la jornada electoral del domingo 1.
Cuando el reportero llegó al lugar del encuentro, Cruz García y Morales Franco estaban sentados en una sala en penumbras. Éste último mantenía la pierna izquierda en vilo y envuelta con una venda; al quitársela se podía ver el orificio que dejó el balazo que le penetró entre la tibia y peroné. A su vez, Cruz García tenía una venda en el antebrazo derecho, una sutura en los nudillos de la mano del mismo brazo y rozones de bala en la espalda.
La charla comenzó con Cruz García, quien expuso que la balacera del 25 de junio se originó porque su jefe inmediato, Enrique de Jesús Pacheco Valdez, llevaba varias semanas presionándolo a él y a su amigo Zeferino para que se involucraran en el narcotráfico. A esas presiones, comenta, se sumaron los oficiales Josué Adán Matadamas y José Antonio Dighero, este último comandante en jefe de la PF en la terminal aérea.
Cuenta Cruz García: “Unas tres semanas antes de la balacera nos comenzaron a chingar; que debíamos hacer lo que ellos nos ordenaran; que no fuéramos pendejos; que lo íbamos a tener todo en charola de plata porque ellos eran los amos y señores en el aeropuerto y estaban bien parados con Luis Cárdenas Palomino; que cualquier pedo ellos lo arreglaban.
“Yo le dije en varias ocasiones que no me iba a meter en nada y que si me seguían chingando los iba a denunciar. Esa advertencia los enojó mucho y las presiones siguieron aún más fuertes. En cualquier punto del aeropuerto donde nos encontrábamos me decía que si no aceptaba trabajar con el grupo me iban a desaparecer junto con mi amigo. Poco a poco se fueron calentando los ánimos entre nosotros.
“En otra ocasión el oficial Pacheco Valdez me dijo que ya no le hiciera al pendejo; que él estaba bien parado con José Antonio Dighero Medina, que era su mano derecha, y que si no aceptaba trabajar con ellos me iban a matar, que lo pensara bien.”
–¿Ustedes qué entendían cuando su jefe les proponía trabajar con ellos? –se les pregunta a Daniel y a Zeferino.
–Que nos metiéramos al narcotráfico para controlar el movimiento de drogas. Reiteradamente nos decían que ellos eran los amos y que en el aeropuerto se hacía lo que ellos ordenaban.
–¿En realidad tenían mucho poder en el aeropuerto?
–Sí. A pesar de que en la terminal aérea existen restricciones y reglamentos para cruzar a otras áreas, ellos se movían sin ninguna limitación. Entraban y salían de todos lados sin permiso y sin que nadie se los prohibiera.
Presiones mortales
Los expolicías prófugos coinciden al señalar que la balacera se desató porque las amenazas en su contra se hicieron cada vez más recurrentes. “Llegamos al límite de nuestra paciencia y se volvieron a calentar los ánimos”, expone Cruz García.
–¿Por qué? –se le pregunta.
–Me volvieron a presionar y esta vez ya habían dado la orden de que me desaparecieran junto con mi amigo.
Asegura que él y Morales Franco entraron a trabajar el 24 de junio a las siete de la noche. A las siete de la mañana del día siguiente terminaron su jornada y fueron a desayunar al área de comida rápida, en el interior de la Terminal 2.
Ambos refieren que en el trayecto de la sala K al área de restaurantes fueron interceptados por Pacheco Valdez y Matadamas Cota “en un punto ciego”; es decir, donde no hay cámaras. “Nos dijeron que si no cooperábamos nos iba a cargar la chingada”. Momentos después llegó al lugar Fidel Rojas Martínez.
De acuerdo con Cruz García, en ese momento comenzó una fuerte discusión. “Yo les dije que los iba a denunciar, por lo que Pacheco Valdez se encabronó. En ese momento Matadamas Cota sacó su pistola, cortó cartucho y soltó un disparo que perforó la pierna de Morales Franco.
“Casi al instante sacamos las armas, respondimos a la agresión y se desató la balacera. No recuerdo muy bien, pero entre mi compañero y yo hicimos como 15 o 20 disparos y del otro lado soltaron como siete.
“Cuando disparamos salimos corriendo y Fidel Rojas nos comenzó a disparar por la espalda. Él fue el que me dio en la espalda. Afortunadamente la bala rozó a la altura del pulmón derecho y se incrustó en el antebrazo. En la huida sentí un balazo en la mano derecha y fue otro rozón que me rasgó los nudillos.”
–¿Cómo participó Bogard Felipe Lugo de León (el otro agente prófugo) en la balacera? –se les pregunta a Cruz García y a Morales Franco.
Éste responde: “Bogard era el responsable de turno y en el momento de la discusión él iba pasando por el área donde estábamos y nos dijo: ‘cálmense, por favor, cálmense’. Él ni siquiera sabía por qué se había dado la discusión y terminó enfrascado en la balacera”.
–¿Cuánto tiempo duró el tiroteo?
–Poco más de cinco minutos.
En el enfrentamiento cayó muerto Enrique de Jesús Pacheco Valdez, quien ingresó a la Policía Federal en noviembre de 2009 y, de acuerdo con su ficha, realizaba tareas en el cuerpo de seguridad y vigilancia en el AICM. También se desempeñaba como escolta de José Antonio Dighero Medina, quien depende directamente de Luis Cárdenas Palomino, jefe de la División de Seguridad Regional de la Policía Federal.
Los otros dos occisos –Felipe Rojas y Josué Adán Matadamas Cota, también con grados de oficiales– estaban comisionados a la vigilancia de la Terminal 2 y el día de los hechos tenían un par de horas de haber iniciado sus labores.
–¿Las autoridades los señalan como responsables de los tres homicidios? ¿Ustedes los asesinaron? ¿Reconocen ustedes a las personas que murieron como las mismas a las que les dispararon?
–Sí. Y sabemos que vamos a pagar por eso, pero no podemos reconocer otros cargos porque nosotros no nos involucramos en el narcotráfico. Está muy claro quiénes protegían al narcotráfico y quiénes brindaban la protección. Ellos (los occisos) siempre decían que estaban bien parados con el jefe Palomino y que todo lo tenían en charola de plata.
“Nosotros pedimos que nos investiguen. Nuestro sueldo era como de 13 mil pesos al mes y no tenemos bienes. Vivimos de nuestro salario, con eso pagamos nuestra renta porque vivimos juntos y compartimos todos nuestros gastos. También pedimos que revisen nuestros expedientes, y verán que no tenemos antecedentes graves reportados.”
El vuelo de Lima
De acuerdo con Cruz García y Morales Franco, la versión de la Secretaría de Seguridad Pública en el sentido de que el 25 de junio se efectuaba un operativo, es tan falsa como el señalamiento de que “nosotros movimos la cámara de vigilancia para que no se grabara la balacera”.
Dice Cruz García que hasta ahora no se explica cómo es posible que su jefe, Enrique de Jesús Pacheco Valdez, acudiera al aeropuerto el 25 de junio cuando había salido de vacaciones tres días antes. Y a pesar de ello, dice, se presentó vestido de civil y con su pistola.
–¿Entonces no hubo un operativo especial para detectar a una red de tráfico de drogas? –se le inquiere.
–No hubo ningún operativo. Ni siquiera agentes del Ministerio Público había y, además, ¿cómo se va a realizar un operativo con tres elementos? Eso es ridículo. ¿Por qué acudió al aeropuerto Pacheco Valdez si estaba de vacaciones? ¿A qué fue? Eso no lo dicen las autoridades ni lo dirán.
Sin embargo, la versión de la SSP coloca a Cruz García, Morales Franco y Lugo de León como piezas clave en el tráfico de drogas dentro del AICM; también los ubica como enlaces de una red de narcotráfico con amplias conexiones en Perú. Ellos niegan los señalamientos.
Según la versión de Cárdenas Palomino, dada a conocer en conferencia de prensa el 28 de junio, los agentes prófugos –por quienes se ofrece una recompensa de 5 millones de pesos a quien aporte información para localizarlos– estuvieron operando un movimiento de drogas poco antes de la llegada del vuelo 019 de Aeroméxico procedente de Lima, Perú.
El funcionario policiaco mostró videos captados por las cámaras del AICM antes y después de que se desatara el tiroteo.
En el tramo del video registrado a las 7:38 horas, el vuelo de Aeroméxico ya había tocado tierra y los pasajeros bajaban de las escaleras en la sala de llegada.
En ese instante se ve que un agente al que se identifica como Morales Franco entra a los baños del recinto migratorio. Transcurridos 11 minutos abandona la instalación y sube, en contraflujo, la escalinata. Se observa que en la mano izquierda sostiene un paquete bajo su chamarra que, según las autoridades, contenía cocaína.
Sin embargo, la PF no incluye ninguna grabación en video de las actividades que realizó el agente entre las 7:49 y las 8:33 horas, a pesar de que en la Terminal 2 del AICM se encuentran en operación 430 cámaras de circuito cerrado.
El director de la División Regional de la PF afirma que Morales Franco pertenece a una red de traficantes de droga del AICM, cuya labor consistía en recoger la droga de las instalaciones sanitarias para posteriormente entregarla a una tercera persona.
Por ello, sostiene Cárdenas Palomino, los agentes Josué Adán Matadamas Cota, Fidel Rojas Martínez y Enrique de Jesús Pacheco Valdez (quienes fallecieron en el tiroteo) interceptaron a Morales Franco en el área de comida rápida.
Asegura que el comandante en jefe de la corporación en la terminal aérea, Dighero Medina, alertó a Matadamas Cota sobre la posibilidad de que Morales Franco fuera quien sacaba la droga en complicidad con otras autoridades. Asimismo, dice, le avisó a otro suboficial para que apoyara en la revisión de Zeferino.
“El suboficial de apoyo a la operación se comunicó con el titular de la Policía Federal en el aeropuerto y le informó que ya estaba con el sospechoso y que procedería a revisarlo. Mantuvo abierta la comunicación de radio con el titular, quien escuchó al suboficial ordenarle en dos ocasiones a Morales Franco que se abriera la chamarra. En ese momento el jefe de la operación le confirmó por radio que era positivo; es decir, que Zeferino traía la droga. Respondió entonces el titular del aeropuerto que procediera a detenerlo”, externó Cárdenas Palomino en conferencia de prensa.
Los videos extraños
El reporte oficial indica que el tiroteo comenzó a las 8:33 de la mañana; no obstante y de manera extraña, las cámaras del AICM no registraron el momento de la balacera, por lo que la Policía Federal, apoyada en peritajes, supone que los tres agentes pretendían realizar la detención de Morales Franco cuando Cruz García comenzó a dispararles por la espalda.
En cambio, el video sí registró cuando comensales y peatones se protegían de las balas y captó también el momento en que los agentes Cruz García y Morales Franco corrieron hacia la escalera que se encuentra cerca del estacionamiento, descendieron por ella y llegaron a la gasolinera ubicada en avenida Hangares y Santos Dumont, donde abordaron un taxi.
Las cámaras del aeropuerto también permitieron identificar, a las 8:37, minutos después del incidente, cuando Lugo de León, jefe de Cruz García y de Morales Franco (y también jefe de turno), sale de manera intempestiva del aeropuerto en una camioneta.
En la entrevista, Morales Franco comenta que no es él la persona captada por las cámaras del AICM al momento de entrar al baño y que sale con un paquete bajo el brazo. “No soy yo. Es otra persona que ignoro quién sea”.
Y añade: “Insisto en que es falso que haya habido un operativo ese día. La realidad es que nos querían involucrar en el tráfico de drogas que ellos manejan en el aeropuerto. Si se va a investigar, que se investigue bien y a todos”.
–Ustedes están siendo buscados por la Policía Federal y se ofrece una recompensa de 5 millones de pesos por su captura. ¿Qué piensan hacer? ¿Van a seguir escondidos? ¿Han pensado entregarse a las autoridades?
–Nos vamos a entregar, ya lo tenemos decidido, pero no ahora. Esperaremos a que concluya esta administración porque actualmente no tenemos ninguna garantía ni creemos que vayamos a tener un juicio justo. Sabemos que tenemos que pagar por lo que hicimos, pero sólo por eso, no por delitos que no hemos cometido. Otra cosa: Nos vamos a entregar pero no a la Policía Federal. No le tenemos confianza –responde Cruz García.
–¿A qué le temen ustedes?
–Sabemos que si la Policía Federal nos encuentra no nos va a detener. Nos van a matar. Así actúan ellos y conocemos bien cómo opera la corporación.
–¿Entonces ante qué autoridad piensan entregarse?
–Quizás al Ejército.
La tarde va cayendo y una luz mortecina ilumina la sala donde se efectuó la charla. Los entrevistados aceptan tomarse las fotos para ser publicadas y al término de la sesión toman gasas, alcohol y proceden a curarse las heridas.
Morales Franco muestra el agujero de su pierna izquierda y Cruz García el balazo que le perforó el antebrazo.
–¿Qué sientes al ver tus heridas? –se le pregunta a Cruz García.
–Que Dios es muy grande y que todavía no me tocaba.
Otra versión del tiroteo difundida el viernes 6 por el diario Reforma indica que se debió a una disputa entre elementos de la PF supuestamente por un botín de dinero, luego de la llegada del vuelo 019 de Aeroméxico que procedía de Lima, Perú, presuntamente con un cargamento de cocaína.
De acuerdo con esa información, el día de la balacera no hubo ningún operativo, como afirmó Cárdenas Palomino, sino que el pleito se generó entre al menos 10 elementos de la Policía Federal que ese día se coludieron para proteger el cargamento de droga y repartirse una suma millonaria.
Mikel- Cantidad de envíos : 436
Fecha de inscripción : 19/09/2008
Re: Cárdenas Palomino, protector del narco en el aeropuerto del DF
El expediente secreto de Luis Cárdenas Palomino
Fuente Reporte Indigo
El actual coordinador general de Inteligencia para la Prevención del Delito de la PFP fue acusado en 1987 de triple homicidio calificado.
Declaró haber sido cómplice, pero gracias a la intervención de Jesús Miyazawa no fue aprehendido.
Por Anabel Hernández
¿Se imagina a tres jóvenes participando en el homicidio de un taxista sólo para saber qué se siente privar de la vida a alguien?
¿Creería que después de los disparos hay risas y ganas de continuar con la fiesta?
Hace 21 años, tres amigos de la Colonia Lindavista, en el Distrito Federal, asesinaron a sangre fría al taxista Jesús Palafox Aranda. Después de matarlo se fueron a un bar de moda de la Zona Rosa y bebieron champaña. Hoy, uno de esos tres jóvenes es brazo derecho del Secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna. Su nombre es Luis Cárdenas Palomino y es el Coordinador General de Inteligencia para la Prevención del Delito de la Policía Federal Preventiva.
En ese entonces, fue acusado de homicidio calificado, pero su crimen quedo impune. Hoy, Cárdenas Palomino es uno de los funcionarios responsables de proteger a la sociedad de los delincuentes. Además, pretende encabezar la policía nacional que propone García Luna. Este es el expediente secreto de Luis Cárdenas Palomino.
LA HISTORIA
Luis Cárdenas Palomino, de 39 años, hoy coordinador general de Inteligencia para la Prevención del Delito de la PFP, tiene un expediente secreto en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal: Su nombre aparece en las averiguaciones previas 13ª/4413/987 y 13ª/4419/987 por homicidio calificado.
Reporte Índigo tiene en su poder la copia de dichas averiguaciones, los documentos de todas las diligencias practicadas en torno al caso y los crudos testimonios de Cárdenas Palomino. Uno de los brazos operativos del secretario de Seguridad Pública Genaro García Luna fue acusado en 1987 de ser cómplice de un triple homicidio perpetrado en agosto de ese año. Entonces tenía 18 años recién cumplidos, por lo que iba a ser juzgado como un adulto, con las penas que ello implica.
Por las pruebas contundentes, un juez giró orden de aprehensión contra Cárdenas Palomino. Incluso fue fichado. Pero no fue detenido gracias a la protección que le brindó el entonces jefe de la Policía Judicial del D.F., Jesús Miyazawa, ex integrante de la Brigada Blanca.
Los crímenes se cometieron a sangre fría. La tarde del 12 de agosto de 1987, después de asesinar al taxista Jesús Palafox Aranda por la simple razón de que no tenían dinero para pagar un traslado de la Colonia Guerrero a la Linda Vista, Cárdenas Palomino y su amigo Octavio Navarro Medellín se fueron tranquilamente a tomar unas cervezas a un estanquillo de
la colonia y luego a bailar a la discoteca “Sugar” en la Zona Rosa.
Se supone que uno de los requisitos para ingresar a corporaciones como el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), PJF, AFI y PFP –donde ha trabajado Cárdenas Palomino– es no tener antecedentes penales.
Ésta es la historia secreta de Cárdenas Palomino, quien trabaja al lado de García Luna desde hace más de 15 años, cuando estuvieron juntos en el Cisen.
A sangre fría
El 12 de agosto de 1987, Cárdenas Palomino fue a comer con sus amigos René Alavez Rosas, de 18 años, y Octavio Navarro Medellín, de 21, quien estaba casado. Todos vecinos de la Colonia Lindavista. Comieron en el Bar Puebla, ubicado en la Colonia Guerrero. Como no traían dinero para pagar la cuenta, dejaron empeñados sus relojes.
Al salir, Octavio propuso pedir aventón a algún vehículo en el que viajaran mujeres, o en su caso, bajar de su automóvil a alguna persona. René les dijo que no se metieran en problemas, que mejor tomaran un taxi y cuando llegaran a su destino, él le pediría a su madre dinero para pagar el pasaje. Cárdenas Palomino le hizo el alto a un taxi Volkswagen color coral tripulado por un hombre de 29 años, Jesús Palafox Aranda, quien los llevó a la Colonia Lindavista.
Según su declaración asentada en el acta de la policía judicial número PJ/ VII/67/987, René declaró que cuando llegaron a la colonia, él se quedó en el taxi, mientras que Octavio y Luis se bajaron porque supuestamente iban a ir por dinero.
Regresaron y le dijeron a René que ahora se iban a ir con unas “viejas”. Abordaron de nuevo el taxi y le indicaron al chofer la ruta que debía seguir. Cuando habían avanzado unas cuadras, le pidieron que se detuviera. Fue cuando Octavio sacó una pistola tipo escuadra.
“Y con la citada arma amenazó al taxista apuntándole con ella y le preguntó si traía dinero, a lo que el taxista le respondió que no, que acababa de comenzar su turno y por ello no traía dinero, entonces fue en ese momento en que Octavio le dijo al taxista que se orillara y el taxista viró el volante del vehículo bruscamente a la derecha y con el movimiento brusco el de la voz sintió que el vehículo en el que viajaban se subía a un lugar alto como una banqueta y en el mismo instante en el que el de la voz sintió lo anterior, el declarante escuchó una detonación sin saber en ese momento lo que había ocurrido, pero cuando estaba ya parado el taxi, sin saber cómo se detuvo, el emitente se percató de que en el cristal lateral del lado izquierdo del vehículo había sangre”, declaró René Alavez Rosas el 28 de agosto de 1987.
Los tres se bajaron del coche y se fueron caminando, cada uno por su lado. A las dos de la mañana del 13 de agosto, René recibió una llamada de Octavio, quien le dijo que después de lo ocurrido, Luis y él se habían ido a la discoteca “Sugar” de la Zona Rosa, pero que los habían sacado de ahí y que Cárdenas Palomino se había echado a correr.
Confeso
Cárdenas Palomino confesó ante el MP que continuó con Octavio hasta la noche. “Fue entonces cuando el externante y Octavio comenzaron a caminar juntos sin saber hacia dónde se dirigían, y en el camino le dijo al de la voz que los tres se iban a ir a Cuernavaca unos quince días para ver si no caía la bronca, diciéndole el emitente que mejor se iba a su casa, a lo que Octavio dijo que no, que se iba a quedar con él hasta que él dijera, mirando al exponente al mismo tiempo que se reía, por lo que al de la voz le dio miedo la forma de actuar de su amigo y optó por seguirlo por temor a que le fuera a causar algún daño”, señaló Cárdenas Palomino en su declaración ministerial el 28 de agosto de 1987, en la Décima Agencia Investigadora del Departamento de Averiguaciones Previas del Sector Oriental del D.F. Cárdenas Palomino confesó que después del homicidio del taxista, se fueron a la casa de la madre de Octavio, quien irónicamente vivía en la calle Matanzas, esquina con Calzada Ticomán.
En la casa de la mamá de Octavio tomaron un auto, dinero y se fueron a tomar unas cervezas. Cárdenas Palomino argumentó que por miedo a su amigo, no se separaba de él. También bebió. Cárdenas Palomino regresó a su casa, pero después, persuadido por Octavio, tomó su coche e hicieron planes para ir a Cuernavaca.
“Octavio le dijo al del habla que si ya se iban a ir a Cuernavaca, pasaran por unas viejas para que los acompañaran diciéndole que fueran a ver a unas amigas de él en una calle cuyo nombre ignora pero es en la Colonia Lindavista al otro lado de Montevideo”.
Cuando llegaron al lugar, estaba estacionado un Tsuru color rojo en el cual había unos sujetos tomando. Octavio y Luis se bajaron del coche, y como uno de los desconocidos comenzó a insultar a Cárdenas Palomino, éste lo golpeó. Así comenzó una pelea. Octavio agarró a patadas a uno de los otros jóvenes. Los dos amigos corrieron a su automóvil, se subieron y se dieron a la fuga. Octavio propuso ir al aeropuerto, pero luego le dijo a Cárdenas Palomino que era mejor ir a la disco “Sugar” para recoger a unas “viejas” y llevárselas a Cuernavaca.
Ahí pidieron una botella de champaña, como si festejaran algo. “…después Octavio comenzó a platicar con una muchacha amiga suya que encontró en el lugar y rato después dicha amiga se retiró y enseguida Octavio se levantó de su lugar y sin saber el motivo comenzó a pelearse con varias personas que estaban en el lugar, por lo que el declarante para ver qué pasaba, también fue golpeado por los sujetos con los que estaba peleando Octavio y cuando lo estaban golpeando llegaron varios meseros y sacaron al dicente del bar…”, dice en la declaración de Cárdenas Palomino.
Según declaró Cárdenas Palomino, él aprovechó el momento para separarse de su amigo, a quien supuestamente no volvió a ver. La madrugada del 13 de agosto aparecieron muertos en el interior de un mustang blanco modelo 1984 dos sujetos de entre 20 y 25 años. Uno de ellos de nombre Guillermo Ocejo Aja. Los dos de prominentes familias de Bosques de las Lomas. Fueron asesinados con la misma arma que le había dado muerte al taxista.
A uno de los dos sujetos le robaron un Rolex y 50 mil pesos.
Prófugos
Luis Cárdenas Palomino y René Alavez Rosas presentaron sus declaraciones 12 días después de los hechos. Sus palabras fueron prácticamente idénticas. La diferencia fue que René dijo que se había reencontrado con Octavio después de que éste había matado a los dos hombres del mustang blanco y que lo acompañó hasta el 15 de agosto.
René señaló que luego de ir a la casa de su abuelita en un poblado de Michoacán, llegaron a la ciudad de Guadalajara, donde Octavio tomó un autobús con destino a Monterrey, Nuevo León, porque un amigo le prometió que lo ayudaría a cruzar a Estados Unidos.
Cárdenas Palomino y René afirmaron que ellos no estaban presentes cuando ocurrieron las otras dos ejecuciones.
Pero Roxana, la esposa de Octavio, declaró lo contrario. Dijo que la última vez que vio a su esposo fue cuando se iba a ir a comer con sus amigos. “Y que también supo que su esposo había sido acompañado por Luis Cárdenas Palomino y René Rosas ‘N’, quienes lo acompañaron a cenar el día 12 del mes de agosto y también se enteró que los mismos sujetos acompañaron
a su esposo en los hechos del mustang blanco sin poderlo ella asegurar”.
Impunidad
El caso del triple homicidio fue tomado en primera instancia por el comandante Roberto Cuevas Antolín. El agente del Ministerio Público Francisco Sentecal Cuevas había solicitado al juez sexto penal del fuero común en el D.F. que girara órdenes de aprehensión contra Cárdenas Palomino, Alavez Rosas y Navarro Medellín. Pero nunca se ejecutaron. El 14 de agosto, el comandante Antolín, jefe del Grupo B de Homicidios y responsable del caso, identificó al presunto homicida y sus cómplices. Se giraron órdenes de aprehensión contra Cárdenas Palomino, Alavez Rosas y Navarro Medellín; sin embargo, en el momento en que iban a ser detenidos, intervino el comandante Pedro Rosales Quiroz, jefe de la Séptima Comandancia de la Policía Judicial, por instrucciones del entonces director de la Policía Judicial del D.F., el capitán Jesús Miyazawa, quien ordenó a Antolín dar carpetazo al caso.
Era un claro caso de tráfico de influencias porque en aquel entonces, la novia de Cárdenas Palomino era Teresa Rosales, hija de Rosales Quiroz.
Los otros dos participes tampoco fueron detenidos fueron detenidos. Octavio tenía influencias porque su padre Octaviano Navarro Barrón era subdelegado de Aduanas en Cancún. Además, todos sus tíos tenían puestos en la Dirección General de Aduanas.
Irónicamente, Cárdenas Palomino optó por ser policía y ha trabajado al lado de Genaro García Luna desde que ambos fueron parte del Cisen. Además, según diversas versiones, Luis Cárdenas fue protegido durante el sexenio pasado directamente por el procurador general de la república, el general Rafael Macedo de la Concha. La historia policiaca de Cárdenas Palomino siempre ha estado plagada de señalamientos por corrupción y encubrimiento. Ahí está el caso de la extorsión y homicidio de Enrique Salinas de Gortari, delito presuntamente perpetrado por agentes de la AFI al mando de Cárdenas Palomino.
También está el caso de las órdenes de aprehensión giradas contra Luis de la Barreda Moreno, las cuales debieron haber sido ejecutadas por Cárdenas Palomino, pero no se cumplimentaron. Por cierto, De la Barreda fue compañero de Miyazawa en la terrible Brigada Blanca.
El caso más reciente es el de Lorena González Hernández, identificada como integrante de la banda que secuestró a Fernando Martí. Resulta que los jefes directos de la comandante Lore en la PFP eran Cárdenas Palomino y el subsecretario de Estrategia e Inteligencia Policial Facundo Rosas Rosas.
Fuente Reporte Indigo
El actual coordinador general de Inteligencia para la Prevención del Delito de la PFP fue acusado en 1987 de triple homicidio calificado.
Declaró haber sido cómplice, pero gracias a la intervención de Jesús Miyazawa no fue aprehendido.
Por Anabel Hernández
¿Se imagina a tres jóvenes participando en el homicidio de un taxista sólo para saber qué se siente privar de la vida a alguien?
¿Creería que después de los disparos hay risas y ganas de continuar con la fiesta?
Hace 21 años, tres amigos de la Colonia Lindavista, en el Distrito Federal, asesinaron a sangre fría al taxista Jesús Palafox Aranda. Después de matarlo se fueron a un bar de moda de la Zona Rosa y bebieron champaña. Hoy, uno de esos tres jóvenes es brazo derecho del Secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna. Su nombre es Luis Cárdenas Palomino y es el Coordinador General de Inteligencia para la Prevención del Delito de la Policía Federal Preventiva.
En ese entonces, fue acusado de homicidio calificado, pero su crimen quedo impune. Hoy, Cárdenas Palomino es uno de los funcionarios responsables de proteger a la sociedad de los delincuentes. Además, pretende encabezar la policía nacional que propone García Luna. Este es el expediente secreto de Luis Cárdenas Palomino.
LA HISTORIA
Luis Cárdenas Palomino, de 39 años, hoy coordinador general de Inteligencia para la Prevención del Delito de la PFP, tiene un expediente secreto en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal: Su nombre aparece en las averiguaciones previas 13ª/4413/987 y 13ª/4419/987 por homicidio calificado.
Reporte Índigo tiene en su poder la copia de dichas averiguaciones, los documentos de todas las diligencias practicadas en torno al caso y los crudos testimonios de Cárdenas Palomino. Uno de los brazos operativos del secretario de Seguridad Pública Genaro García Luna fue acusado en 1987 de ser cómplice de un triple homicidio perpetrado en agosto de ese año. Entonces tenía 18 años recién cumplidos, por lo que iba a ser juzgado como un adulto, con las penas que ello implica.
Por las pruebas contundentes, un juez giró orden de aprehensión contra Cárdenas Palomino. Incluso fue fichado. Pero no fue detenido gracias a la protección que le brindó el entonces jefe de la Policía Judicial del D.F., Jesús Miyazawa, ex integrante de la Brigada Blanca.
Los crímenes se cometieron a sangre fría. La tarde del 12 de agosto de 1987, después de asesinar al taxista Jesús Palafox Aranda por la simple razón de que no tenían dinero para pagar un traslado de la Colonia Guerrero a la Linda Vista, Cárdenas Palomino y su amigo Octavio Navarro Medellín se fueron tranquilamente a tomar unas cervezas a un estanquillo de
la colonia y luego a bailar a la discoteca “Sugar” en la Zona Rosa.
Se supone que uno de los requisitos para ingresar a corporaciones como el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), PJF, AFI y PFP –donde ha trabajado Cárdenas Palomino– es no tener antecedentes penales.
Ésta es la historia secreta de Cárdenas Palomino, quien trabaja al lado de García Luna desde hace más de 15 años, cuando estuvieron juntos en el Cisen.
A sangre fría
El 12 de agosto de 1987, Cárdenas Palomino fue a comer con sus amigos René Alavez Rosas, de 18 años, y Octavio Navarro Medellín, de 21, quien estaba casado. Todos vecinos de la Colonia Lindavista. Comieron en el Bar Puebla, ubicado en la Colonia Guerrero. Como no traían dinero para pagar la cuenta, dejaron empeñados sus relojes.
Al salir, Octavio propuso pedir aventón a algún vehículo en el que viajaran mujeres, o en su caso, bajar de su automóvil a alguna persona. René les dijo que no se metieran en problemas, que mejor tomaran un taxi y cuando llegaran a su destino, él le pediría a su madre dinero para pagar el pasaje. Cárdenas Palomino le hizo el alto a un taxi Volkswagen color coral tripulado por un hombre de 29 años, Jesús Palafox Aranda, quien los llevó a la Colonia Lindavista.
Según su declaración asentada en el acta de la policía judicial número PJ/ VII/67/987, René declaró que cuando llegaron a la colonia, él se quedó en el taxi, mientras que Octavio y Luis se bajaron porque supuestamente iban a ir por dinero.
Regresaron y le dijeron a René que ahora se iban a ir con unas “viejas”. Abordaron de nuevo el taxi y le indicaron al chofer la ruta que debía seguir. Cuando habían avanzado unas cuadras, le pidieron que se detuviera. Fue cuando Octavio sacó una pistola tipo escuadra.
“Y con la citada arma amenazó al taxista apuntándole con ella y le preguntó si traía dinero, a lo que el taxista le respondió que no, que acababa de comenzar su turno y por ello no traía dinero, entonces fue en ese momento en que Octavio le dijo al taxista que se orillara y el taxista viró el volante del vehículo bruscamente a la derecha y con el movimiento brusco el de la voz sintió que el vehículo en el que viajaban se subía a un lugar alto como una banqueta y en el mismo instante en el que el de la voz sintió lo anterior, el declarante escuchó una detonación sin saber en ese momento lo que había ocurrido, pero cuando estaba ya parado el taxi, sin saber cómo se detuvo, el emitente se percató de que en el cristal lateral del lado izquierdo del vehículo había sangre”, declaró René Alavez Rosas el 28 de agosto de 1987.
Los tres se bajaron del coche y se fueron caminando, cada uno por su lado. A las dos de la mañana del 13 de agosto, René recibió una llamada de Octavio, quien le dijo que después de lo ocurrido, Luis y él se habían ido a la discoteca “Sugar” de la Zona Rosa, pero que los habían sacado de ahí y que Cárdenas Palomino se había echado a correr.
Confeso
Cárdenas Palomino confesó ante el MP que continuó con Octavio hasta la noche. “Fue entonces cuando el externante y Octavio comenzaron a caminar juntos sin saber hacia dónde se dirigían, y en el camino le dijo al de la voz que los tres se iban a ir a Cuernavaca unos quince días para ver si no caía la bronca, diciéndole el emitente que mejor se iba a su casa, a lo que Octavio dijo que no, que se iba a quedar con él hasta que él dijera, mirando al exponente al mismo tiempo que se reía, por lo que al de la voz le dio miedo la forma de actuar de su amigo y optó por seguirlo por temor a que le fuera a causar algún daño”, señaló Cárdenas Palomino en su declaración ministerial el 28 de agosto de 1987, en la Décima Agencia Investigadora del Departamento de Averiguaciones Previas del Sector Oriental del D.F. Cárdenas Palomino confesó que después del homicidio del taxista, se fueron a la casa de la madre de Octavio, quien irónicamente vivía en la calle Matanzas, esquina con Calzada Ticomán.
En la casa de la mamá de Octavio tomaron un auto, dinero y se fueron a tomar unas cervezas. Cárdenas Palomino argumentó que por miedo a su amigo, no se separaba de él. También bebió. Cárdenas Palomino regresó a su casa, pero después, persuadido por Octavio, tomó su coche e hicieron planes para ir a Cuernavaca.
“Octavio le dijo al del habla que si ya se iban a ir a Cuernavaca, pasaran por unas viejas para que los acompañaran diciéndole que fueran a ver a unas amigas de él en una calle cuyo nombre ignora pero es en la Colonia Lindavista al otro lado de Montevideo”.
Cuando llegaron al lugar, estaba estacionado un Tsuru color rojo en el cual había unos sujetos tomando. Octavio y Luis se bajaron del coche, y como uno de los desconocidos comenzó a insultar a Cárdenas Palomino, éste lo golpeó. Así comenzó una pelea. Octavio agarró a patadas a uno de los otros jóvenes. Los dos amigos corrieron a su automóvil, se subieron y se dieron a la fuga. Octavio propuso ir al aeropuerto, pero luego le dijo a Cárdenas Palomino que era mejor ir a la disco “Sugar” para recoger a unas “viejas” y llevárselas a Cuernavaca.
Ahí pidieron una botella de champaña, como si festejaran algo. “…después Octavio comenzó a platicar con una muchacha amiga suya que encontró en el lugar y rato después dicha amiga se retiró y enseguida Octavio se levantó de su lugar y sin saber el motivo comenzó a pelearse con varias personas que estaban en el lugar, por lo que el declarante para ver qué pasaba, también fue golpeado por los sujetos con los que estaba peleando Octavio y cuando lo estaban golpeando llegaron varios meseros y sacaron al dicente del bar…”, dice en la declaración de Cárdenas Palomino.
Según declaró Cárdenas Palomino, él aprovechó el momento para separarse de su amigo, a quien supuestamente no volvió a ver. La madrugada del 13 de agosto aparecieron muertos en el interior de un mustang blanco modelo 1984 dos sujetos de entre 20 y 25 años. Uno de ellos de nombre Guillermo Ocejo Aja. Los dos de prominentes familias de Bosques de las Lomas. Fueron asesinados con la misma arma que le había dado muerte al taxista.
A uno de los dos sujetos le robaron un Rolex y 50 mil pesos.
Prófugos
Luis Cárdenas Palomino y René Alavez Rosas presentaron sus declaraciones 12 días después de los hechos. Sus palabras fueron prácticamente idénticas. La diferencia fue que René dijo que se había reencontrado con Octavio después de que éste había matado a los dos hombres del mustang blanco y que lo acompañó hasta el 15 de agosto.
René señaló que luego de ir a la casa de su abuelita en un poblado de Michoacán, llegaron a la ciudad de Guadalajara, donde Octavio tomó un autobús con destino a Monterrey, Nuevo León, porque un amigo le prometió que lo ayudaría a cruzar a Estados Unidos.
Cárdenas Palomino y René afirmaron que ellos no estaban presentes cuando ocurrieron las otras dos ejecuciones.
Pero Roxana, la esposa de Octavio, declaró lo contrario. Dijo que la última vez que vio a su esposo fue cuando se iba a ir a comer con sus amigos. “Y que también supo que su esposo había sido acompañado por Luis Cárdenas Palomino y René Rosas ‘N’, quienes lo acompañaron a cenar el día 12 del mes de agosto y también se enteró que los mismos sujetos acompañaron
a su esposo en los hechos del mustang blanco sin poderlo ella asegurar”.
Impunidad
El caso del triple homicidio fue tomado en primera instancia por el comandante Roberto Cuevas Antolín. El agente del Ministerio Público Francisco Sentecal Cuevas había solicitado al juez sexto penal del fuero común en el D.F. que girara órdenes de aprehensión contra Cárdenas Palomino, Alavez Rosas y Navarro Medellín. Pero nunca se ejecutaron. El 14 de agosto, el comandante Antolín, jefe del Grupo B de Homicidios y responsable del caso, identificó al presunto homicida y sus cómplices. Se giraron órdenes de aprehensión contra Cárdenas Palomino, Alavez Rosas y Navarro Medellín; sin embargo, en el momento en que iban a ser detenidos, intervino el comandante Pedro Rosales Quiroz, jefe de la Séptima Comandancia de la Policía Judicial, por instrucciones del entonces director de la Policía Judicial del D.F., el capitán Jesús Miyazawa, quien ordenó a Antolín dar carpetazo al caso.
Era un claro caso de tráfico de influencias porque en aquel entonces, la novia de Cárdenas Palomino era Teresa Rosales, hija de Rosales Quiroz.
Los otros dos participes tampoco fueron detenidos fueron detenidos. Octavio tenía influencias porque su padre Octaviano Navarro Barrón era subdelegado de Aduanas en Cancún. Además, todos sus tíos tenían puestos en la Dirección General de Aduanas.
Irónicamente, Cárdenas Palomino optó por ser policía y ha trabajado al lado de Genaro García Luna desde que ambos fueron parte del Cisen. Además, según diversas versiones, Luis Cárdenas fue protegido durante el sexenio pasado directamente por el procurador general de la república, el general Rafael Macedo de la Concha. La historia policiaca de Cárdenas Palomino siempre ha estado plagada de señalamientos por corrupción y encubrimiento. Ahí está el caso de la extorsión y homicidio de Enrique Salinas de Gortari, delito presuntamente perpetrado por agentes de la AFI al mando de Cárdenas Palomino.
También está el caso de las órdenes de aprehensión giradas contra Luis de la Barreda Moreno, las cuales debieron haber sido ejecutadas por Cárdenas Palomino, pero no se cumplimentaron. Por cierto, De la Barreda fue compañero de Miyazawa en la terrible Brigada Blanca.
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Mikel- Cantidad de envíos : 436
Fecha de inscripción : 19/09/2008
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